'El niño de la bicicleta': Caperucita en la ciudad

Publicado el 30 octubre 2011 por La Mirada De Ulises

[8/10]

Los hermanos Dardenne obtuvieron el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes con “El niño de la bicicleta”, presentada también en la última Seminci. Es la historia de un niño llamado Cyril que busca ansiosamente a un padre que le abandonó en el Centro de acogida, acuciado por la crisis económica y por un deseo de vivir su vida sin compromisos. Y también su encuentro con una mujer “caída del cielo” llamada Samantha que se presta a ayudarle… porque se da cuenta que lo que necesita el crío es afecto, y echarle una mano frente al peligro de la violencia callejera que amenaza su futuro. Con esta película, los directores belgas ven necesario recuperar el concepto de vínculo y compromiso dentro de la sociedad, huir de la espiral de individualismo y delincuencia, y volver sobre la familia como núcleo fundamental para su construcción.

Con una narrativa sencilla y clara, con un ritmo que no decae en ningún momento y giros bien encadenados, y con una excelente dirección de actores -sobre todo de Cyril-, los hermanos Dardenne se mantienen en su línea realista que se acerca a la gente de la calle y especialmente a aquellos que están en periodo de formación. Los adolescentes -en este caso un niño- les permiten hacer evolucionar a sus personajes, pedir perdón y redimirse, luchar contra los obstáculos del ambiente y de una sociedad peligrosa. Aquí sitúan a Cyril en una encrucijada de odio e indiferencia por un lado, y de afecto y educación por otro… y le obligan a seguir uno u otro camino. Vemos que en su interior siente la necesidad de la búsqueda del padre y de sacrificarlo todo por recuperar esa proximidad, pero también asistimos al comienzo de su madurez… cuando de da cuenta de lo que le conviene y de la responsabilidad de sus decisiones.

La bicicleta es, en definitiva, símbolo de unión con lo que entiende como familia, nexo de unidad y vínculo con su padre, lo único que le queda… y de ahí su empeño por recuperarla o por evitar que se la roben. Pero también es cierto que Samantha es quien se la ha regalado por segunda vez y tras el abandono paterno, y es como una nueva oportunidad de afecto que se le ofrece para decidir su futuro. En ese sentido, es significativa la escena en que se conocen y la forma en que se agarra a la mujer en la peluquería… necesitado del afecto del abrazo. Ella es como el hada buena que llega en su auxilio porque el chico está en peligro, y Cyril viene a ser como Caperucita -de hecho, siempre va vestido de rojo- en medio del bosque y amenazado por la agresividad del mundo urbano de la sociedad actual.

De esta manera, la película se convierte en un cuento moral para el espectador, donde los Dardenne optan por darle una perspectiva luminosa y esperanzada, tanto a través de la fotografía de tonos claros -el sol exterior es reflejo del interior- como de una música sinfónica que emerge puntualmente -una rareza en los Dardenne- para concedernos  serenidad y ampliarnos los horizontes. Espléndidas interpretaciones de un Thomas Doret lleno de rabia y frescura en su decisión de recuperar “su bicicleta”, y de una dulce Cécile De France que sabe transmitirle el afecto necesario para que esa mágica relación sea verosímil. Por último, el equilibrio de temas y subtramas y la contención al abordarlos, convierten a “El niño de la bicicleta” en una mirada poliédrica sobre el individuo y la sociedad… contemplada desde el optimismo, y también en una gran película para los amantes del cine social y de autor.

Calificación: 8/10

En las imágenes: Fotogramas de “El niño de la bicicleta” – Copyright © 2011 Wild Bunch. Todos los derechos reservados.