"...Sale en la foto, sonriente, junto a sus padres y el capitán. Debe tener unos 10 años. Es delgado y tiene la piel tostada, igual que sus padres, igual que sus congéneres del país que le vio nacer, Sri Lanka. Han pasado más de tres horas, pero Abdul no aparece, se lo
han tragado las brumas matinales. La tripulación ha puesto el barco patas arriba, fisgando como sabuesos en todos los rincones del "STARLIGHT DUST". Nadie le ha visto, nadie le recuerda, pero el niño sigue a bordo. Así figura en la lista de pasajeros que le mostró un grumete muy joven de apariencia argelina. La madre, hermosa, cenceña como un junco, tirita descompuesta, gimotea sin cesar, mientras su marido, dueño de una fortaleza emocional sin parangón, la abraza como un coloso mitológico con sus brazos hercúleos y su cuerpo de estructura formidable. Su expresión es dura, berroqueña, adolece de vileza y una gelidez impropia de un padre preocupado por la desaparición de su hijo. Maissa no quiere oír hablar de la posibilidad devastadora de que Abdul haya caído por la borda.Pasajeros, y tripulación, todos ellos, se han organizado para realizar batidas exhaustivas por el colosal transatlántico argelino de cinco plantas. Orlando ha regresado a su camarote. Está sentado sobre la cama que comparte con Selene. No deja de pensar en algo que le ha dicho Celeste hace apenas veinte minutos. Es absurdo, no tiene el menor sentido, pero sus palabras han logrado plantar la semilla del desconcierto y el recelo en su mente de detective investigador. Celeste ha desenterrado un pasado turbio en la vida del indolente Karim. Fanatismo religioso, temperamento atrabiliario, cerrazón y apego a la sublevación cuando los oídos del mundo cierran le las puertas a ideologías obsoletas. Todos buscan a Abdul, todos distraídos, concentrados en la búsqueda de un niño. ¿Y si hubiese algo más, tal y como sugiere Celeste? ¿Maniobra de distracción? ¿Para qué? ¿Con que propósito? Tal vez Abdul no exista, tal vez toda la historia tejida en torno a su desaparición sea un mero escaparate artificial, construido con el único propósito de desviar la atención.Tal vez ese tachón en la lista de pasajeros, donde alguien ha escrito el nombre del niño, garabateado a toda prisa sobre una pátina blanca de cinta correctora Tippex, sea la clave de que algo diametralmente opuesto a una desaparición está sucediendo en estosprecisos instantes, cavila a toda velocidad Orlando, contagiado ya con los agoreros heraldos de Celeste. Una superchería, un fraude, una historia adulterada para ablandar los corazones y de paso allanar el camino de algo mucho más oscuro, sórdido y atroz, se devana los sesos Orlando. El rostro de Selene cuando entra en el camarote es elocuente, no necesita el soporte de palabra alguna para transmitir un mensaje de socorro. Está lívida, marchita, como los pétalos de una flor socarrados por una glaciación. No hace falta que hable, es evidente la tragedia que se asoma a su rostro. Pero la incertidumbre es un fardo demasiado insoportable. Selene lo hace, sin ambages, lo escupe, como si le ardiera el mensaje en los labios que lleva pintados de gris metálico.
-Hay una bomba en el barco. Explotará en 20 minutos..."