El niño rey

Por Lamadretigre

Contra todo pronóstico mis niñas están mimadas. No en lo material. En eso soy de corte más bien minimalista. Estoy creando unos monstruos del ocio. No es un privilegio exclusivo de mis hijas, es una suerte de infancia de ensueño que están viviendo los niños bávaros en general y las mías en particular. Baviera ha pasado de ser una de las ocho regiones más pobres de Alemania en los ochenta a gozar de una prosperidad sin parangón. Para que se hagan una idea en estos momentos en Baviera hay pleno empleo. Parece de ciencia ficción. Pero no lo es.

Los niños bávaros tienen la mejor educación de Alemania y una de las mejores de Europa gratis. Viven en el entorno más seguro del país y pueden gozar de una independencia impensable en otros países. Pueden montar en bici por la calle, ir andando a casa de sus amigos, ir al colegio solos y parar en la panadería a comprarse un bollo de pan. En verano van a nadar a los lagos y en invierno montan en trineo. Durante todo el año montan en bici, hacen senderismo y pasan muchísimo tiempo al aire libre independientemente del tiempo que haga. Tienen ropa adecuada para retozar en los charcos y jugar en la nieve a su antojo.

A la mayoría de los niños bávaros les cuidan sus madres que, o bien no trabajan, o trabajan lo justo y necesario para poder estar puntuales en la puerta del colegio a eso de las doce del mediodía. Madres de paciencia infinita que se sientan a su lado para hacer los deberes y les llevan a toda suerte de actividades extraescolares. Todo esto, claro está, porque sus padres ganan lo suficiente para mantener un nivel de vida excepcional y el Estado cubre el resto.

Los niños bávaros no tienen Wiis, ni iPods, ni Nintendos. A cambio tienen cabañas en los árboles, bicis sin ruedines y trineo propio. Ven poca tele pero leen mucho. Para ponérselo más fácil  la biblioteca pública les pone un autobús biblioteca a la puerta del colegio para que puedan coger libros a su antojo, el conservatorio de música les manda los profesores de toda suerte de instrumentos al colegio y pueden apuntarse gratis a actividades como jardinería, teatro o arte.

Este fin de semana sin ir más lejos La Primera ha estado patinando sobre hielo y La Segunda nadando en medio de la nieve en una piscina exterior climatizada. Hoy La Segunda ha empezado un curso de esquí de una semana con los niños de la guardería. Tiene cinco años. Esta tarde, cuando la recoja en la parada del autobús, las llevaré a su clase de patinaje sobre hielo y mañana La Primera ha quedado para llevarse su trineo al colegio para jugar en el recreo. Un niño bávaro puede tirarse en tirolina, bañarse en un lago, dar de comer a unas cabras y subir en teleférico un sábado cualquiera y todavía preguntar qué hacemos ahora. Basado en hechos reales.

Los alemanes no tienen ningún respeto por el fuego y organizan hogueras para que los niños puedan hacer sus salchichas pinchadas en un palo mientras cualquiera con un poco de sangre en las venas está al borde del infarto agudo de miocardio viendo como un niño de cinco años enarbola una antorcha que ríete tú de la llama olímpica. Tampoco temen a las alturas y no es raro ver niños encaramados a árboles y tejados de altura considerable.

En todo restaurante hay tronas, cambiadores, colores y papel para dibujar. Como mínimo. Muchos restaurantes tienen una zona donde los niños pueden jugar, menús infantiles y si hay mesas al aire libre seguramente también haya un parque con columpios.Hay leyes que defienden el derecho de los niños a ser niños, a jugar, a gritar y a esparcirse en general. Aunque les adelanto que los niños bávaros no hacen ruido. Sobre todo porque en general tienen poca razón para quejarse.

En Baviera el niño es rey. Los demás estamos a su servicio.

Disclaimer: Obviamente habrá niños en Baviera que no estén disfrutando una infancia tan idílica. Cuando uno generaliza siempre se equivoca. Eso sí, todo lo aquí relatado lo he visto yo con mis propios ojos y sufrido en mis propias carnes.


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