Si en las universidades hay ciertos usos de fondos que el gobierno estima inadecuados, la respuesta es asfixiarlas económicamente hasta el cierre. Si el PAMI gasta mucho en medicamentos y algunos jubilados podrían pagarlos de su propio bolsillo, la solución es cortárselos a todos, hasta que se acomoden los números. Si un organismo tiene déficit, hay que cerrarlo sin ponerse a ver si fabrica reactores nucleares o medialunas, lo mismo da. Y a muchos eso les parece perfectamente lógico.
Que el actual presidente haya hecho campaña con una motosierra, o diga que el Estado es una asociación ilícita y él el topo que la destruirá desde adentro, no basta al parecer para que se entienda que no recortan pensiones no contributivas porque hubo alguien que intentó obtener una por discapacidad con la radiografía de un perro, o dejan sin medicamentos a siete millones de jubilados o no prorrogan la moratoria previsional porque descubrieron algunos jubilados que tienen yates.
El complemento necesario de todo eso es la generación de la agenda del prejuicio: a falta de pan, alimentar a la monada con "batallas culturales" contra enemigos reales o imaginarios, para tenerlos contentos, contenidos y encantados con un gobierno que los representa. Así por ejemplo esta misma semana (el martes) aparecieron publicados en el Boletín Oficial una batería de decretos en esa línea: derogando la suspensión de desalojos de tierras ocupadas por comunidades de los pueblos originarios, la prohibición de la denominación de obras y lugares públicos con los nombres de personajes públicos de cuya muerte no hayan transcurrido más de 10 años, la posibilidad de portar armas desde los 18 años de edad y la prohibición del presunto "adoctrinamiento" en las escuelas.
Dicho Boletín Oficial del 12 de diciembre es una colección de decretos oscurantistas para seguir alimentando los peores prejuicios de la sociedad. Y para distraer de turradas como el recorte de la cobertura en medicamentos a los jubilados por el PAMI, de paso.
Lo que si es cierto es que todo esto no se hizo en un día, y Milei es más un emergente de una sociedad rota y disgregada, que un alienígena que vino del espacio exterior a gobernarnos. Y también habrá que ver hasta que punto nosotros no contribuimos -en su momento- a sembrar dudas sobre la legitimidad de ciertas políticas públicas como los subsidios a las tarifas de los servicios públicos, con aquello de la sintonía fina; que era -y es- tan dificultoso de instrumentar, que jamás se hizo, con ningún gobierno.
En éste y en el de Macri, además, por convicciones ideológicas: si a los más ricos no les quieren cobrar impuestos y les habilitan blanqueos cada vez más generosos, es poco razonable creer que les preocupan las piletas calefaccionadas a gas de Puerto Madero, o los aires acondicionados encendidos en departamentos vacíos.
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