La historia, tan íntima como realista a pesar de la irrupción de lo fantástico, refleja una intensa historia de amistad y de aprendizaje mutuo. Emocionante y hermosa, la trama desarrolla varias ideas de lo más interesantes, la bidireccionalidad del proceso educativo y la forma en la que maestro y discípulo terminan fundiéndose.
El alegórico mundo de las bestias no solo funciona como telón de fondo sino que ayuda a explorar sentimientos tan complejos como el desarraigo, la frustración ante la pérdida o la voluntad por aprender, evolucionar y avanzar.
Para cualquier fan de la animación, El niño y la bestia es de visionado obligatorio. ¡A disfrutarla!...