Hace tiempo que no os hablo de la alimentación de Ares.
Ahora recordaba que ni siquiera os he dicho que al poco tiempo de escribir mi último post sobre lactancia materna, fue precisamente cuando decidí dejarla apartada. Exactamente, un total de 9 meses y dos bocados considerables fueron los determinantes para decidir que había llegado el momento del destete.
Y así fue como de la noche a la mañana dejé de darle la única toma que le seguía dando desde los 5 meses que Ares tuvo LM exclusiva.
No hubo lloros, ni traumas ni comportamientos extraños por parte de ninguno de los dos. Y aunque a día de hoy lo he echado de menos en alguna remota ocasión, ambos estamos muy felices con la decisión.
Como os contaba en las diferentes fases que vivimos, primero con los cereales, luego con la fruta, posteriormente con la carne y la verdura… llegó el temido momento de empezar a darle los trozos sin triturar. Recuerdo que empecé con galletas y mientras se las daba, no quitaba la vista ni un segundo, permanecía al acecho de tener que lanzarme a rescatar algún trozo si Ares hacía el mínimo gesto de atragantamiento. El corazón me latía a cien por hora de pensar lo mala madre que estaba siendo si con ello provocaba el atragantamiento del pequeño o si sería capaz de actuar en caso de que se bloqueara.
Y en cuestión de semanas empecé a darle pasta, arroz, trocitos de carne, de fruta, de verdura, de pesado… Fue darle trozos y de repente empezó a rechazar la cuchara. Un proceso que yo pensaba que iba a durar meses, cambió en menos de 15 días.
Y así es como pasamos a pedir tronas cuando salimos a comer fuera de casa…