Hebreos 10:29
Cuando creemos que Jesucristo no nos ha podido perdonar, y nos acusamos constantemente de nuestra vida pasada, sintiéndonos cada día más indignos; esa incredulidad pone de relieve que la muerte de Cristo y su sangre no tienen ningún valor en la redención, para el perdon de pecados; de esta manera también nosotros pisoteamos y despreciamos su sangre e insultamos al Espíritu Santo que nos ama, olvidándonos que en Jesucristo tenemos redención, por su sangre, el perdón de pecados (Efesios 1:7).El único que nos acusa a nuestra conciencia es el enemigo, ya vencido. Creamos en Jesucristo, quien nos amó y se entregó por nosotros; perdonémonos a nosotros mismos y limpiemos nuestro corazón de todo aquello que nos acusa. El nos hizo libre, y lo que Él libertare será verdaderamente libre ( Juan 8:36); fuimos comprados a precio de su Sangre, no nos dejemos intimidar por el enemigo que fue vencido en la Cruz.Otra forma de pisotear al Hijo de Dios y despreciar su sangre es cuando se peca voluntariamente en una actitud incrédula respecto del sacrificio de Él en la cruz; no hay excusa para la incredulidad y el endurecimiento del corazón. Jesucristo es la única verdad, no existe otro Dios, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén. (Romanos 9:5)¡JESUCRISTO nuestro Salvador! Él vive, Él reina.
Bendiciones en abundancia