Por alguna razón que se me escapa, una muletilla que se suele meter en muchas críticas a la Economía como disciplina de estudio es que considera, en su versión ortodoxa, que los mercados son sacrosantos.
Tal cosa está lejos de ser cierta. La Economía estudia las propiedades de los distintos mecanismos y sistemas económicos, de los existentes o de las nuevas propuestas, teórica y empíricamente. Con esa información en la mano intenta ayudar a la sociedad en su problema de asignar recursos escasos a fines alternativos. El mercado es un mecanismo más, con sus propiedades que los hacen buenos en algunos casos, regulares en otros y malos en todavía otros casos más. El detectar buenas propiedades en los mercados cuando se cumplen ciertas condiciones está muy lejos de considerarlos sacrosantos.
Pero no es mi intención en esta entrada hablar de esas propiedades, sino de otros mecanismos. El lunes pasado se otorgó el Nobel de Economía a Roth y Shapley y, justamente, esta elección ilustra muy bien que la Economía ortodoxa no tiene nada que ver con proponer mercados sin ningún tipo de regulación para todo problema económico. Eso sería, de hecho, una heterodoxia.
En particular, el tipo de mecanismos que estudiaron Roth y Shapley y que merecen el premio son un tipo de asignaciones "a pares". Los ejemplos que están ya haciéndose famosos son los de alumnos a escuelas, hombres a mujeres y donantes de riñón a receptores. No voy a explicar aquí los detalles, ya que, por mi actitud diletante, se me han adelantado otros. Antonio Romero-Medina, Sala-i-Martín y The Economist ofrecen muy buenas explicaciones del trabajo de los galardonados. Aquí se explica de manera muy sencilla (¡es un blog de Matemáticas para niños!) cómo funciona uno de esos mecanismos. Juan Urrutia escribe sobre el otro gran trabajo de Shapley. A mí me interesa reseñar, más bien, cómo estos trabajos son un buen ejemplo de la manera en que debemos ver la Economía: No sirve para predecir crisis o fluctuaciones de precios en la bolsa, sino para poder recomendar políticas económicas basadas en evidencias.
A los mercados competitivos les acompañan las subastas, los impuestos pigouvianos, los mercados de emisiones, las regulaciones bancarias, los seguros obligatorios, la garantía de la igualdad de oportunidades, las políticas de redistribución, la independencia del Banco Central,... y también los mecanismos de emparejamiento. Eso es la Economía ortodoxa, la que estudia los distintos mecanismos y encuentra cuál es el mejor en cada contexto para conseguir la ponderación de fines que políticamente se desee (empleo, crecimiento, igualdad, integración, responsabilidad,...). Sin prejuicios y con análisis.------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Hace tres años en el blog: El aborto a los 16 años revisitado.
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