El nombre de la montaña

Por Monpalentina @FFroi

"No tomarás el nombre de la montaña palentina en vano". Esa es la petición de José Luis Medina Gallo, un hombre de estos lares, una voz importante del interior que en los últimos años ha sabido ganarse el respeto y la admiración de sus vecinos.

Y dice bien, porque tenemos la tendencia de repetirnos demasiado, acostumbramos a llenarnos de letras el paladar; hemos sofocado el fuego de las carencias con un nombre y, parece que debe agotarse nuestra vida en lamentos para que volvamos los ojos a la realidad.

Un nombre no es nada, si quienes viven a su costa o, a su espalda o, entiéndase como se quiera, si quienes viven dentro se ignoran por costumbre, viviendo de espaldas a las necesidades de los pueblos vecinos, que pueden ser y de hecho son en muchos casos, las suyas propias.

José Luis se refiere a ello con una claridad que debería importarnos, con una sinceridad que debe obligarnos a reflexionar a todos. Los demás podemos estar desinformados por los años que vivimos fuera, escribiendo en muchas ocasiones al dictado, sabedores del alcance de las huelgas de los mineros o el levantamiento de una comarca entera por la amenaza de cierre de una empresa emblemática, pero de cualquier modo, incrédulos ante las muestras de soberbia que han regido estos pueblos durante gran parte de las últimas décadas.

Y cuando una persona que, llevando la voz de una Asociación se echa las manos a la cabeza y exclama: "ni siquiera hemos sido capaces de sentar a los Ayuntamientos a dialogar en torno a una mesa, porque sigue habiendo un egocentrismo en torno a cada localidad que sólo causa estragos y colisiones constantes", cuando lo dice alguien que conoce a la gente por el roce diario, que conoce a los pueblos porque vive allí; cuando lo dice alguien que lo ha vivido en carne propia y, sobre todo, cuando lo dice ahora, después de tantos años, sintiéndose incapaz de ocultarlo por más tiempo, es señal que algo falla, que alguien miente, que los que prometen prosperidad y planes de dinamización se olvidan de estos lugares cuando obtienen su propósito. Es señal evidente que los que gobiernan ahora viven tranquilos porque a ningún lugar puede llegar la disconformidad y el pataleo de quinientas personas.

Pero lo que rebosa el vaso de toda compostura, más que lo que podamos esperar de quienes nos conducen, es la conformidad que parecen mostrar quienes están expuestos a estas situaciones y carencias. A quienes les parece preocupante, no sólo se lo parece por la dificultad de unir a los alcaldes de todos estos pueblos en una sola mesa, sino también , porque a los pocos lugareños que quedan les da igual so que arre, con perjuicio no sólo de sí mismos, si no de todos aquellos que a fuerza de lo que sea, intentan hacer algo.

A mí eso no me pilla de sorpresa. No espero ni un aplauso, si acaso alguna voz que otra que se levante enérgica, refiriéndose con desprecio a "esos", "los de fuera","que dicen que euieren hacer algo","si estamos así bien","que nos dejen tranquilos..."

Esa es la cruda realidad. Y ese es el cuento que deben aplicarse también todos los que viven en esta tierra y que se han comprometido con los distintos grupos que operan en ella, llámense coordinadoras, asociaciones, ecologistas...etc.

No me sorprende la voz de alarma de quien lidera el Foro de Cervera, pero me inquieta y me preocupa, porque cuando estas voces suenan así es que no cabe ya más agua, y no se vislumbra intención por parte de nadie en habilitar canales de desague.

Si con toda la mayoría social que ahora vive aquí, sumándole todas las voces de los que viven fuera y añadiendo, por hacer un ejercicio de compasión, a los palentinos de otras latitudes que pudieran sentirse atraídos por la idea, seguimos siendo un número insignificante para mover a los que puedan y deban cambiar esto. Ya no les digo nada si esas cifran se parten, si quienes son de aquí lo son por temporadas, si quienes viven y traban en la montaña no quieren para nada que la situación cambie, sin quienes pudieran vernos con cierta simpatía y atractivo no saben decantarse ante tanto titubeo y confrontación como se palpa.

No es fuera donde está el problema para que esta tierra avance y logre lo que se proponga, sino dentro, donde no se alcanza un consenso suficiente para disfrutar de los bienes y servicios en conjunto, para respetar los bienes de los otros, para depender en buena y justa medida de nosotros mismos.

Entretenidos en batallas internas se va pasando el tiempo. Yo no creo que sea tarde, ni que lleguemos tarde a ningún sitio, pero sí es verdad que hay oportunidades que no volverán a pasar por nuestra puerta.