FICHA TÉCNICA
EDITORIAL: Minotauro
AÑO PUBLICACIÓN: 1995
FORMATO: Papel, tapa blanda
Nº PÁGINAS: 224
ISBN: 9788445074084
SINOPSIS
A veintisiete años luz de la Tierra se encuentra Athshe, un planeta formado por bosques y mares. Sus habitantes, las athstianos, son una raza humanoide de baja estatura, con enormes ojos y un cuerpo cubierto de pelaje verde. Son totalmente pacíficos y viven en armonía con su entorno.
Los humanos han instalado allí una colonia destinada con el propósito de abastecer la Tierra de madera, donde escasea, provocando la deforestación de Athshe o, como la llaman los colonos, Nueva Tahití. Esclavizan a los nativos, a los que hacen trabajar durante casi todo el día. Su carácter apacible y colaborativo mueve a los humanos a tratarlos de formas denigrantes. Los athstianos nunca se quejan. Hasta que la muerte de uno de ellos consigue que se rebelen.
OPINIÓN PERSONAL
Por fin todo vuelve a la normalidad. Después de más de un mes, donde los imprevistos me han tenido paralizada, vuelvo a coger las riendas del blog con una de las lecturas que me propuse para #LeoAutorasOct (¡Uf, qué lejos queda ya!). Quedarán pendientes dos libros de la lista y prometo que, tarde o temprano, los reseñaré. Estoy en ello.
Dicho esto, vamos a por la reseña de hoy.
Dentro del inmenso y diverso mundo literario de Ursula K. LeGuin, me llamó la atención el título, "El nombre del mundo es Bosque", Y enseguida quise saber a qué se refería. No tardé en descubrirlo.
La novela transcurre en el planeta Athshe, un mundo donde el paisaje que predomina son los bosques. Sus habitantes, humanoides de un metro de estatura y cubiertos de pelo verde, viven en completa armonía con la naturaleza que les rodea. Y eso se refleja en su comportamiento, pacífico y sereno.
Sin embargo, los humanos, militares en su mayoría, han convertido el planeta en una colonia maderera,Nueva Tahití. La Tierra sufre una importante escasez de madera y Athshe es el lugar idóneo donde abastecerse. Arrasan extensas áreas de bosque y convierten el terreno en campos de cultivo. Como mano de obra, utilizan a los nativos, a los que llaman creechis, y no dudan en explotarlos y maltratalos. La situación genera malestar y un conflicto de intereses que, como consecuencia, desencadena una revuelta.
Ese es el momento en el que se centra la narración.
Desde el primer capítulo, la novela destaca por la acción constante, con apenas un momento de descanso, lo que le permite adquirir un ritmo rápido y ágil, a la vez que mantiene el suspense.
Tanta acción no da lugar a descripciones extensas pero eso no quiere decir que uno vaya a ciegas a lo largo de la lectura. El mundo que Le Guin nos presenta queda perfectamente dibujado.
En cuanto a los personajes, si bien me parecen algo estereotipados, en seguida conectas con ellos, para bien o para mal. Pronto tienes claros tus sentimientos hacia ellos: por unos sientes repulsión y rabia; por otros, compasión y empatía.
Por ejemplo, el capitán Davidson, un hombre de carácter impetuoso, violento y autoritario, encarna al malvado villano; Server es el nativo que encabeza la revuelta para convertirse en el salvador de su pueblo; o el científico Lyubov, que se esfuerza por acercarse y conocer una nueva cultura, ganándose las antipatías y burlas del resto de sus compañeros.
Ursula K. Le Guin aborda el relato desde el multiperspectivismo. Tanto colonos como nativos nos acercan a la situación desde su propia vivencia. De esta manera, no solo conocemos mejor a los personajes sino que nos hacemos una idea más amplia de la magnitud de los sucesos.
Una de las cosas que más me ha impactado de El nombre del mundo es Bosque es la prosa llana, directa y sin escrúpulos que utiliza la autora, sobretodo cuando interviene el capitán Davidson, lo cual encaja perfectamente con su carácter. Pero, a medida que se suceden los capítulos, te das cuenta de lo bien que LeGuin conoce a sus personajes. La forma cómo se expresa cada uno de ellos va íntimamente ligada a su personalidad. Por ejemplo, las palabras y expresiones del capitán Davidson son una muestra externa de su turbulento carácter. En cambio, cuando son los athstianos los que intervienen, el vocabulario es más suave, pausado, incluso en ocasiones, poético.
Este marcado contraste entre ambas culturas son la base de algunos de los temas que nos transmite la novela.
Por un lado, tenemos la poca disposición al entendimiento que posee el ser humano, su incapacidad para dialogar antes que atacar, imponiendo su criterio porque la ambición y el miedo a lo desconocido les hace sentir superiores. Lo que le lleva a oprimir y esclavizar a sus congéneres al tiempo que destruye sus recursos (un hecho recurrente a lo largo de la historia, sobretodo cuando se topa con una nueva civilización).
Ese sentimiento de superioridad también se refleja en cómo trata el entorno. No le importa destruir bosques, ríos o montañas sin conocimiento, con tal de saciar su sed de poder. De hecho, la conservación de especies animales y vegetales le importa menos que nada.
Por lo tanto, en mi opinión, El nombre del mundo es Bosque es una llamada a la convivencia pacífica y el respeto, al mismo tiempo que una condena a la opresión y a la guerra. De hecho, Ursula LeGuin escribió la novela en 1972, en plena guerra de Vietnam y, como ella misma dice, «(...) básicamente el libro es una protesta contra aquella guerra.»
El nombre del mundo es Bosque es una novela que te hace reflexionar sobre la condición del ser humano. Es corta, pero intensa y en ocasiones te produce una profunda tristeza.
Personalmente he descubierto una pequeña joya.
VALORACIÓN: