Un año más he estado en Potes y sus alrededores. Casi todos los años voy el último Domingo de Septiempre , porque hay una carrera de Panes (Asturias) a Potes (Cantabria) subiendo el Desfiladero de la Hermida. Yo no soy " runner", pero sí mi marido. Él y todo el resto de corredores opinan que es una carrera preciosa, así que que corréis o conocéis a alguien aficionado , ya sabéis.
Como he dicho, yo no corro, pero voy a disfrutar de estas tierras, no sólo de Potes, un pueblo precioso con una estupenda gastronomía, sino que aprovecho para recorrer otros pequeños pueblos de los alrededores. Todos son preciosos, tranquilos, tanto que a veces sólo oyes el ruido de los cencerros y algún mugido de las vacas que pastan en los prados de color verde chillón.
Cuando entras en Cantabria por el puerto de Piedrasluengas te sobrecoge la vista de los Picos de Europa, que ya dominarán el paisaje durante todo nuestro recorrido con su magnífica belleza blanca, caliza. Entras en una tierra que me hizo recordar al niño protagonista de la novela de Jesús Carrasco, Intemperie, de la que hablé en una de mis entradas. Un niño que vive en la aridez, y parte hacia su paraíso soñado: El Norte. Un lugar lleno de vida , agua, vegetación...exuberancia. Y desde luego esto es lo que ves en esta tierra donde acabo de estar y que por desgracia ya he dejado. Un paisaje verde intenso , enmarcado por enormes montañas blancas, con una gran diversidad de árboles que empiezan a pintarse en tonos otoñales y a llenarse de frutos secos y carnosos, y de arbustos ya engalanados con sus pequeñas bayas rojas.
HASTA PRONTO NORTE.