En vísperas de una tormenta de nieve, un viernes tras la barra de galeón pirata de un bar escondido, un barman recién llegado del Loira espera la llegada de Kate, la chica del extraordinario cabello flotante y las larguísimas bufandas.
Encuadernación: Tapa blanda / Ebook
"Vivir es una aventura si estamos atentos a los detalles. Los pequeños detalles son las bisagras del universo.Había sido capaz de relativizar el lastre de mi tristeza, había descubierto una historia escondida [...], había jugado a los detectives ─entendiendo al fin que la vida es tan aburrida como tú misma quieres que sea─ y había aprendido [...] que estar sola no era más que un buen punto de partida. Y por todo ello estaba convencida de que, ahora sí, podía empezar de nuevo en el paisaje viejo y querido de Coleridge".
Leer a Mónica Gutiérrez es siempre una alegría y de entrada sabes que te va a gustar y dejar con muy buenas sensaciones. Es una apuesta segura. Quizás se deba a que aunque sus historias son diferentes, se repiten las tramas sencillas pero con mucho misterio, ese aire melancólico, mágico e irreal.
Sus personajes tan bien estructurados, tan reales y tan entrañables unos, otros despreciables pero con tan poco peso en la trama que ni se notan, hace que muchas veces nos olvidemos de que estamos leyendo ficción.
Su forma de escribir tan elegante, sutil unas veces y otras muy directa pero siempre dejando espacio a la imaginación, a que soñemos, suspiremos y pensemos lo que cada uno quiera aunque llegados a un punto nos vuelve a conducir por donde ella quiere. No sé si cada vez que imagina una historia nueva, escribe con el objetivo (entre otros muchos) de transmitirnos esta magia o si es sólo el resultado de su proceso creativo, porque su fórmula no cambia y su estilo mejora pero manteniéndose en esta misma línea porque si esta fórmula le funciona ¿para qué cambiarla? Tenía muchas expectativas y las ha cumplido con creces.
Como no podía ser de otra forma, esta novela se desarrolla en un lugar que no llama la atención por nada en especial. Kate, la protagonista, es la nota discordante y el personaje que aporta luz y calidez. Es una chica especial abrumada por la soledad y un sentimiento de desamparo muy grande. Inteligente, irónica y con un gran sentido del humor. Conoce a Don por casualidad, por esas coincidencias de la vida que hacen pensar en que sí que está todo escrito y que no existen las casualidades.
Y como no podía ser de otra forma los secundarios tienen mucho peso en esta novela y mi preferido ha sido el padre de Don. Es un señor entrañable, que sabe crear ese ambiente tan hogareño, acogedor y que resulta muy fácil al leer, imaginarse en el lugar compartiendo escena, sintiéndose parte integrante del libro más que un mero lector.
Mónica con sus historias siempre consigue reconciliarme con el mundo y con las personas que muchas veces me lo ponen difícil. Me deja cargada de mucha energía positiva, buen sabor de boca y con ganas de más.