Pablo Ferreyros QuiñonesColumnistaCon motivo del reciente nombramiento de la titular del ministerio de inclusión social habría que hacer un repaso sobre la factibilidad y aplicación de los numerosos programas sociales propuestos por el gobiernoDesde un principio considere que las propuestas con respecto a proyección social (tales como cuna más o pensión 65) del entonces candidato Ollanta Humala eran algo utópico para nuestro país pero su equipo de gobierno afirmaba que el Perú esta en una muy buena situación y que estos programas serían financiados con el dinero que no se iría en la corrupción pues prometían que este no sería un gobierno corrupto.
Todas estas propuestas sonaban muy bonito y mucha gente se las creyó. Sin embargo, a menos de medio año de el triunfo electoral se descubre otro presunto escándalo de corrupción en el que estaría envuelto el segundo vicepresidente Omar Chehade, gran "moralizador" y uno de los que más insistió en que los programas sociales podrían ser financiados al no haber corrupción. Ahora a mi me gustaría preguntarle al señor Chehade ¿Como vamos a financiar los programas sociales?; pregunta que ahora resulta mas bien retórica.
Gracias a Dios que desde un inicio el gobierno declino su propuesta de abaratar el balón de gas (pese a que a muchos nos haya causado una desazón inicial) puesto que un subsidio habría sido dañino para la economía. Lo que hay que entender ahora que vemos que si va a haber corrupción, al igual que en todos los gobiernos, es que el estado tiene un presupuesto y que para crear nuevos programas sociales tendríamos que mermar de este presupuesto perjudicando a algún otro organismo estatal; lo cual sería un crimen agravado en época de recesión global en la que ni Estados Unidos puede mantener sus programas sociales. Pero peor aún sería tomar dinero de las reservas del BCR, lo cual nos conduciría a una inevitable crisis, tal vez similar a la ocurrida durante el primer gobierno de Alan García.
Es por ello que yo pido prudencia al estado, la inclusión social es buena y necesaria pero debemos hacerla con cautela, de forma sostenible y sin caer en populismos que afecten nuestra economía que recien ha empezado a desarrollarse.