Obama, en horas bajas
La sociedad estadounidense ha castigado con su voto al primer presidente negro de su historia. No sé cuáles son las razones para explicar cómo en sólo dos años Barack Obama ha perdido gran parte de su atractivo y popularidad hasta el punto de retroceder significativamente en unas elecciones clave, en las que el Partido Demócrata ha cedido el bastón de mando en el Congreso al Partido Republicano.
La expectación que en su día levantó Barack Obama se ha tornado en una profunda decepción, que los conservadores han sabido capitalizar. Los analistas apuntan a la persistencia del desempleo, que ronda el diez por ciento, y a la reforma del sistema sanitario, emprendida por la Casa Blanca, como las causas que están en el origen de esta debacle. Personalmente, creo que la sociedad norteamericana más progresista esperaba mucho más de su presidente.
Barack Obama ha pretendido salvar el capitalismo, dándole un barniz más humanista, pero manteniendo, al mismo tiempo, el poder de Wall Street. Y, como le está ocurriendo a Zapatero, el mercado devora a sus propios hijos, por mucho que éstos se quieran hacer perdonar, actuando como adalides del modelo de desarrollo neoliberal con el mismo celo que pone en ello la derecha económica.
Muchas personas pensaron que Barack Obama iba a liderar una revolución contra la banca y el sistema, y ahora se sienten frustradas. Su presidente está tan maniatado como Zapatero a los dictados del Fondo Monetario Internacional y su margen de maniobra es poco o ninguno. Al capitalismo, o se le vence o se pierde la batalla. Barack Obama lo está viviendo en primera persona y Zapatero haría bien en tomar ejemplo de quien ha sido su referente.
Tampoco podemos obviar una realidad inquietante. En Estados Unidos el poder de FOX Televisión y los Think Tanks ha logrado hacer creer a la opinión pública que Barack Obama es musulmán, comunista y antiamericano. En un país en el que sitúan a España en Lationamérica y piensan que Dios creó primero al hombre y después a la mujer con una costilla de Adán, es fácil manipular y engañar a una ciudadanía descontenta, que ve amenazado su bienestar básico -empleo, vivienda, educación y sanidad- cuando siempre le dijeron que eran los amos del mundo. En este caos, el Tea Party sólo puede crecer.