El océano al final del camino

Publicado el 06 diciembre 2015 por Ojolector @elojolector

Hace cuarenta años, cuando nuestro narrador contaba apenas siete, el hombre que alquilaba la habitación sobrante en la casa familiar se suicidó dentro del coche de su padre, un acontecimiento que provocó que antiguos poderes dormidos cobraran vida y que criaturas de más allá de este mundo se liberaran. El horror, la amenaza, se congregan a partir de entonces para destruir a la familia del protagonista. Su única defensa la constituirán las tres mujeres que viven en la granja desvencijada al final del camino. La más joven de ellas, Lettie, afirma que el estanque es, en realidad, un océano. La mayor dice que recuerda el Big Bang.

La mitad de las cosas me pasan por desconocimiento. Por ir como pollo sin cabeza detrás de espejismos. Ahora, me encuentro como si me hubiera colado en una cata de vino, sin tener yo ni repajolera idea de enología. ¿Será mi valoración adecuada? Posiblemente no, pero intentaré guiarme por mi propia intuición para ello.

En fin...

Cuando empecé a leer El océano al final del camino, estaba convencida de que, sin duda, me aguardaba un gran libro. Había leído algunas críticas, y era una novela muy bien valorada. Por otra parte, Neil Gaiman también lo estaba... ¿Por qué narices no me dio por leer qué otras novelas había escrito este señor? ¿Hubiera leído este libro si las hubiera conocido?

Parece ser que la obra cumbre de Neil Gaiman es Coraline, una novela juvenil que tiene su versión de animación, novela gráfica, musical y videojuego. ¡Casi nada! Además, Gaiman, además de escribir otras novelas de corte parecido y ser el guionista de muchas de sus adaptaciones en la gran pantalla, ha escrito otras para adultos con bastante éxito.

En fin...

El caso es que a partir de la primera cuarta parte de El océano al final del camino, mientras leía, no paraba de preguntarme: ¿Es este un libro para niños o para jóvenes muy jóvenes? Me recordaba muchísimo a libros que leí de jovenzuela de Dan Simons; historias de terror juvenil, que te enmarcan dentro de una especie de pesadilla, de esas que solo inquietan a los niños. Cuando terminé el libro, en las últimas páginas del mismo, pude comprobar que no se trataba de un libro para niños, aunque todo se desarrollara en un aparte de la realidad de corte fantástico y mágico.

Y es que, aunque el libro está bien escrito, se lee a muy buen ritmo y es bastante entretenido, aunque sea una novela de adultos con una instrospección a la niñez, para mi no ha dejado de ser una novela para niños. Para niños muy niños. Además una de esas que no te dejan ningún tipo de poso.

Lo digo, además, con el recuerdo, muy fresco, de una novela para jóvenes que sí que dejó una gran impresión en mí: Un monstruo viene a verme de Patrick Ness. Detrás de la novela de Gaiman, no hay poco más que un mundo fantástico que dura lo que dura un libro, lo que dura en la mente del propio protagonista. Mientras lo lees, además, piensas que te faltan datos, que, sin duda, será parte de una saga, una saga empezada, ya que se dan cosas por supuestas que ni se resuelven al final, ni se resolverán nunca, me temo.

Sin nungún tipo de moraleja, sin ningún tipo de hondura, todavía me pregunto: ¿a quién va dirigida esta novela? Quizás haya alguien que piense que esté hecha para él o para ella, que la entienda y la acoja cálidamente... No es, desde luego, mi caso.