Salinas fue el ejemplo del buen editor hispanoamericano y artífice discreto de momentos cumbres de la historia editorial en español durante el siglo XX. Participó activamente en Seix Barral y en la organización de los Premios Formentor, refundó la editorial Alianza en compañía de José Ortega Spottorno y luego la editorial Alfaguara, en donde editó, en compañía de Enric Satué, los libros del parco formato gris-morado que algunos alcanzamos a leer, poco a comprar y ahora añoramos, así como la colección de clásicos que se buscan con empeño bibliófilo. No se atribuyó Salinas sin embargo haber hecho aportes trascendentes a determinado autor o literatura, se vanagloriaba en cambio de haber logrado “que el libro fuera un objeto sobrio, digno, elegante y bonito…”, de conceder igual importancia al traductor que al autor y saber dirigirse a la “minoría civilizada” que garantiza la pervivencia de la cultura.
Leer esta entrevista, por tiempos oculta, permite conocer al editor que fingía simpleza y prefería “mover hilos desde la penumbra sin ser notado”.pfaLibélula Libros