La pregunta fundamental es entonces esta: ¿los objetos musicales son reducibles a esos parámetros, sí o no? Si la respuesta es afirmativa, la acústica podrá explicar la música. Si no, ésta "no aportará a la música más que información sobre las propiedades físicas del sonido del cual habrá que establecer las correlaciones con las cualidades musicales." (Schaeffer, Reibel, 1998: 101). Para Schaeffer los conceptos de altura o intensidad, entre otros, no son sinónimos de los conceptos de frecuencia y decibeles respectivamente. Es decir que los términos, unos físicos y otros musicales, no significan la misma cosa.(9) Por otra parte se va enfrentar al reduccionismo ontológico quien postula: "...la tesis según la cual si tenemos una disciplina A que podemos llamar básica, y una disciplina B que intentamos reducir a la anterior, lo que se afirma es que las entidades de B son, en el fondo, estructura cuyos componentes, relaciones, correlaciones y funcionamiento corresponden a la disciplina A." (Klimovsky, 1994: 280).
Por Claudio Eiriz
En otras palabras el reduccionista ontológico entiende que todo aquello de lo que trata la disciplina B (en nuestro caso lo que el sujeto oye) debe ser comprendida y explicada en términos de la disciplina A (en nuestro caso la acústica, las señales, los fenómenos vibratorios). Según Schaeffer los físicos miden, entre otras cosas, frecuencias, intensidades, espectros. Y estas no son dimensiones del sonido sino que son dimensiones de los fenómenos vibratorios. Es decir que el objeto de estudio de los físicos acústicos no es el sonido sino "los fenómenos vibratorios, de los movimientos de partículas materiales en medio elástico al margen de cualquier oído". (Schaeffer 1988: 82).
Se han necesitado la construcción de determinado tipo de instrumentos musicales, ciertas prácticas y cierta clasificación del universo sonoro para que un sujeto reconozca la altura de un sonido como una "primeridad", como algo evidente e inmediato. Es en la historia de cultura donde hay que ir a buscar la historia de la percepción de altura. Cuando un psicoacústico estudia las vinculaciones entre determinada frecuencia y lo que el sujeto oye, no debería olvidar que el estímulo que ha elegido, en apariencia elemental, encierra en sí toda una historia de interacciones humanas e interacciones con las cosas que han recaído en la inmediatez.(10) Esto no quiere decir que no se reconozcan las vinculaciones que existen entre los datos físicos y lo que un sujeto escucha. Solamente, se está diciendo que la física no puede explicar, sin más, aquello que un sujeto oye.
Explicación y predicción
Esto se puede entender mejor si identificamos, aunque sea provisoriamente, explicación con predicción. Si sabemos porqué ocurre un fenómeno -es decir que podemos explicarlo- también podremos predecirlo.Los tres términos de la conexión psicoacústica son: la físico-acústica en un extremo y la psicología de la percepción en el otro, y la acústica musical (psicofísica) la instancia que correlaciona a éstos dos.
Comencemos por la físico-acústica, que tiene como objetivo principal proveer métodos mediante los cuales se pueda predecir, en términos cuantitativos la evolución de un sistema dado, de acuerdo a las condiciones en que dicho sistema se encuentra.
Por ejemplo:
...dada la masa, así como el largo y la tensión de una cuerda de violín, la física predice las posibles frecuencias con las cuales la cuerda vibrará si fuera pulsada o frotada con un arco de una manera determinada. (Roederer, 1997: 15).
Como ya he dicho, el psicoacústico tomará del físico la premisa de que dada la masa, el largo y la tensión de una cuerda de un violín, la cuerda vibrará en determinada frecuencia. Pero eso es muy distinto a decir que el sujeto va a escuchar una determinada altura; un LA por ejemplo. ¿Un hindú escucha un LA? No, a menos que se tengan en cuenta otros datos acerca del sujeto. Escuchar un sonido de altura cuyo valor es LA sólo cobra existencia en el contexto de un sistema musical particular. Una determinada magnitud que mide el estremecimiento del aire, no es un LA. Cuatrocientos cuarenta vibraciones por segundo no es un LA, o sólo es un LA en la medida en que la sensación que produce integra un complejo sistema de simbolización.
Claudio Eiriz - Licenciado en Ciencias de la Educación y Psicopedagogo (UNLZ). Postgraduado en Semiología de la Música (UBA). Percusionista en la Orquesta Sinfónica de Avellaneda. Docente de la Facultad de Diseño y Comunicación de la Universidad de Palermo.
Notas
9. La reducción de los términos de una disciplina a otra los epistemólogos lo denominan reduccionismo semántico. Para mayor información ver: Klimovsky e Hidalgo; 1998: cap9. Klimovsky; 1994: cap 17.
10. La noción de recaída en la inmediatez en un concepto rescatado de la dialéctica hegeliana por el Dr. Juan Samaja. "La tesis dialéctica de la recaída en la inmediatez es (...) la categoría clave para comprender porqué es tan endiabladamente complejo penetrar en el contenido de las nociones de cosa y de intuición: de su simplicidad y complejidad; de su unidad y su multiplicidad; de su inmediatez y de sus mediaciones."(Samaja: 2000 a; 160). Bastará saber que esta noción está emparentada a las operaciones de reificación o cosificación. Lo que ahora nos resulta un dato inmediato es en realidad la sedimentación de una historia de interacciones que ha adquirido la figura de la cosa. Continúa en "El Oído Tiene Razones que la Física No Conoce III: Crítica a la Causalidad Simplificante"