El olfato y los niños.

Por Thaibaby


Seguramente el sentido del olfato es uno de los grandes desconocidos, por no decir el más desconocido o al que menos atención prestamos. Puede que en esta situación influya el hecho de que hemos ido perdiendo gran parte de su potencialidad e intensidad a lo largo de la evolución. O tal vez , influya la sobreexposición a olores cada más fuertes y más artificiales, que dejan a un lado la capacidad de percibir los aromas naturales que nos rodean. Sea como sea, somos mamíferos y contamos con esta maravillosa capacidad para desenvolvernos en el mundo, que además cuenta con algunas peculiaridades.
Cuando nacemos,incluso antes, esta parte animal resulta más visible. Ya en el cuarto mes de gestación, el bebé puede percibir los olores del líquido amniótico. Estos olores dependerán de lo que la madre haya comido. Y ante determinados aromas , que la madre percibe en su entorno, el bebé experimenta unas sensaciones similares a nuestra percepción de los olores. Todo esto es posible gracias al universo hormonal compartido entre ambos y abre una vía más de comunicación que no debemos olvidar.
Una vez que el bebé ha nacido, reconoce el olor de su madre y gracias a su olfato , es capaz de situarla y de buscar , si es preciso, el pecho de la madre para alimentarse. Esa es nuestra parte más primitiva y más superviviente. Poco a poco, y gracias al contacto con el resto de experiencias olfativas, el bebé irá reconociendo al resto de la familia y de elementos cotidianos también por su olor.

El olfato les aporta la capacidad de buscar a su madre , de buscar alimento y de recnocer algunos elementos de su entorno. Pero si esto fuera poco, también permite buscar consuelo y tranquilidad. Y ahí está la parte más maravillosa de este sentido. El olfato se encuentra localizado en las áreas cerebrales encanrgadas de gestionar aspectos tan importantes como, las emociones, la motivación o la memoria. El sistema límbico y el hipotálamo, unas de las estructuras más antiguas de nuestro cerebro.

Muchas de nuestras experiencias y recuerdos tienen asociados aromas de manera intensa. Todos hemos experimentado en alguna ocasión un fuerte recuerdo, incluso muy lejano en el tiempo, al toparnos con un aroma conocido. Recordamos de golpe nuestras experiencias en el comedor del cole, al oler una sopa de pollo o el jardín de la casa en la que veraneábamos ante la presencia de determinadas flores; la cocina de nuestra abuela o nuestra madre , ante algo recién cocinado….
Y lo recordamos muchos años después e incluso cuando ni siquiera teníamos consciencia de ello.

Existen muchas más curiosidades sobre el olfato, sobre las que os animo a profundizar. Pero hoy queríamos proponeros algunos juegos y ejercicios para realizar con los peques de la casa.
¡Juguemos con el olfato!

Para los más pequeños podemos utilizar tiras de cartulina, como las que usan las perfumerías para sus probadores, gasas, algodones o saquitos de tela.
Lo que os proponemos es que impregnéis estas tiras en diferentes aromas. Podemos utilizar esencias, perfumes , desodorentes, hierbas aromáticas, especias, alimentos…
Y los paséis cerca de la nariz del bebé. Explicarles qué es lo que están oliendo. Así su mapa conceptual sobre el mundo que les rodea será más rico y completo. Además podéis observar sus reacciones y darles voz. Si les gusta , si no…

Cuando los niños son más mayores podemos utilizar los alimentos u objetos “en bruto” un puñado de tierra, una fruta, unas hojas de laurel…. y más adelante podemos jugar a identificar olores con los ojos vendados, participando todos de esta actividad.

Recordad que no debemos utilizar demasiados aromas al mismo tiempo para evitar saturar el olfato y que a los bebés les gustan especialmente los aromas naturales , suaves y ligeramente dulces. ¡El aroma de vainilla es perfecto!

¡Qué disfrutés creando buenos y bonitos recuerdos!