El Olmo del Milagro de Illescas: 500 años de historia

Por Pablet
En la plaza de los Infanzones de Illescas descansa más de 500 años un olmo a cuya sombra se cobijaba Miguel de Cervantes cuando iba por Illescas.
Olmo del Milagro
Ulmus minor que según la tradición popular puede proceder de finales del siglo XVI. De ahí procede el nombre popular más habital, aunque también se le designa como Olmo de la plaza de las Cadenas y Olmo de la Virgen
Forma parte del acervo cultural de la población y de las leyendas y tradiciones
Localizado en la plaza de los Infanzones y protagonista indiscutible de la misma.
Conocidas son dos grandes y visibles actuaciones que a lo largo del siglo XX se realizaron sobre él para intentar sustentarle, que se manifiestan en la actualidad con el aspecto de tronco encadenado que posee.
Según cuenta la tradición es el olmo en el que quedó atado el burro que transportaba a Francisca de la Cruz, la moza sobre la que la virgen obró el milagro, llegó allí sin poder andar y salió por su propio pie, allá por el 1562.
Sobre las nueve de la mañana del día 11 de marzo de 1562, había ingresado en el hospital una moza tullida, Francisca de la Cruz, que tenía las pantorrillas pegadas a los calcañares y no podía andar sino a gatas. Venía echada de bruces sobre un borriquillo con dos costales de paja atados a lo largo de los lados del lomo. Era acompañada del hospitalero de Torrejón de Velasco, Pedro Marcos y su mujer Mari Rodríguez, e iba camino de Toledo, dónde ingresaría en el Hospital de los Incurables.
Ella había oído hablar de las mercedes de la Virgen de la Caridad, y recién llegada, la hospitalera le recomienda acuda a la Sra. a suplicar salud. Se hallaba en el patio del Hospital echada al sol y andando a gatas se llegó hasta cerca de la entrada a la capilla. Había muchos testigos, y abiertas las puertas, comenzó a hacer oración rogando a la Sra. le diera salud en sus piernas o la llevase de esta vida. 
Luego le vino un sudor con desmayo que no sabía si era a causa de no haber comido. Siguió arrastrándose hasta las gradas del altar y sentada en ellas y la hospitalera que la vio se arrimó a ella con un báculo, pero Francisca sin ayuda alguna se incorporó y salió por sus pies andando por todas las salas del hospital, proclamando a voces el milagro y también salió por las calles del pueblo. Serían como las dos de la tarde”.
Fuente: http://www.illescas.es/contenidos/030103_lugares.html