Muchas veces, no tengo planificado hacer Terapia de Rotus pero hay circunstancias externas que me obligan a ello y, claro, son fuerzas tan potentes, que no puedo ignorarlas.
Esta vez, el episodio se inicia ordenando los cachivaches de una cocina, para intentar tirar algo y tener más espacio “racional”. En el proceso me encuentro, en el montoncito de “cosas que ya no me sirven” , dos cosas que captan mi atención ( son las fuerzas ocultas esas) : 1) una pieza de madera en la que iban unos cuchillos jamoneros que tiene una superficie lisa en el reverso muy interesante y 2) un triste servilletero redondito, de madera que está sólo y aislado.
Lo integro en mis redes de puntitos, circulitos, líneas torcidas que trazo con mis maravillosos rotuladores blancos…
Cuando ya he acabado, hago una pregunta en el entorno. Es del nivel “superior” de ¿Me ves más gorda? La pregunta es: ¿Te gusta mi cuadro (-que-me-ha-quedado-monísimo)?
Veo que el servilletero, protuberante, desconcierta. ¿No dicen que el arte debe provocar emociones? Este, las provoca. Tampoco hay que entrar en detalles.
Normalmente, el título me sale mientras lo voy haciendo pero este cuadro, en la madera de una caja de cuchillos jamoneros, se ha llamado “El servilletero” desde que lo empecé. No es lo suyo. Pregunto y me dicen: El Oráculo y me gusta y lo adopto. Eso le da importancia al servilletero…
Vista la flexibilidad del tema, también se puede uno quedar mirando fijamente el servilletero y preguntar lo que sea. Y a ver qué pasa…
NB : Chiste de Montt