Cuando vi esta novela entre las novedades de Martínez Roca me llamó la atención, no ya la portada, que no es de las que a mi me suelen tentar, si no más bien la contraportada, y una palabra en concreto fue la que despertó mi afán lector, fábula, y es que a pesar de que este género si es que se le puede llamar así, en la época moderna ya no está protagonizado por animales, ni tiene una moraleja explicita suele llevarme a reflexionar sobre situaciones cotidianas, que de otra manera ni me planteo. La última novela que leí que podía considerarse una fábula fue El alfabeto de los pájaros y yo lo disfruté muchísimo, por ese motivo no dudé en incluirlo en mi lista de deseos.
Más tarde vino la propuesta de la editorial de hacer un sorteo o una lectura conjunta. Y yo me plantee y porque no las dos cosas, a la editorial le pareció bien y aumentó el número de libros en juego, y ahí comenzó una aventura que no esperaba yo con un resultado tan positivo. Pero mejor nos metemos en harina, que muchos de vosotros ya conocéis los prolegómenos de esta iniciativa que hoy comienza con mi opinión.
ArgumentoAlexis es una mujer de treinta y siete años, un tiburón del diseño de ropa, donde ha alcanzado cotas insospechadas. Este éxito es fruto de su dedicación al trabajo, casi en exclusiva. Y es que su vida personal y amorosa es un autentico desastre. Cada paso dado en falso en el terreno personal le ha supuesto una escalada en profesional. Mantiene la relación con sus amigas de la infancia a las que en secreto envidia por su vida familiar.
Inesperadamente se enfrenta a su primera primera presentación en solitario de una colección, su jefa en el último momento ha perdido el avión, parece que se le presenta una nueva ocasión para dar un salto más hacia la cumbre de su carrera profesional. Sin embargo de camino hacia el lugar del evento el destino que es caprichoso le tiene deparada una sorpresa, y cuando despierta lo hace en una cabaña en medio del monte y sus efectos personales han desaparecido. Su cabeza trabaja a mil y en lo primero que piensa es en un secuestro, pero para su sorpresa la cabaña no tiene puerta, si no tan solo una cortina, y allí arriba no cuenta con más compañía que una estatuilla de Buda, un ermitaño y un estanque de peces de colores que tienen la propiedad de escuchar los problemas amorosos y dar respuesta a las preguntas que se les plantean.
Cuando se entera que puede marcharse cuando quiera, Alexis opta por quedarse y hablar con los peces, aunque sea una sola vez, ¿qué hay de malo en probar? Es tanta la frustración que arrastra, sin embargo después de esa primera vez no podrá parar hasta vaciarse por dentro.
Opinión personal
Además de la fórmula empleada por la autora para hacernos llegar este tema, quizás lo que más me atrajo fue su extensión, que me llegó a preguntarme como iba a abordar un tema que a mi se me antoja complicado en tan pocas páginas. ¿Con que me iba a encontrar? Con un libro que ensalzara a las mujeres y endemoniara a los hombres... ¿Qué se podía esconder detrás de esta fábula? Tantos interrogantes sólo se podían resolver leyendo la novela y me puse manos a la obra una tarde en que estaba bastante libre, y como resultado casi me la termino, faltó el casi porque siempre sale alguna cosilla que te impide leer todo lo que te gustaría.
La autora hace gala de un lenguaje sencillo, fresco, coloquial. Más que leyendo tenemos la impresión de estar hablando con una amiga que nos va contando en tercera persona una historia. Sin embargo esta tercera persona no se mantiene durante toda la narración. Los pasajes en los que Alexis les cuenta su experiencia a los peces están contados en primera persona y el texto está en cursiva.
En un primer momento Ángeles nos presenta a Alexis, su protagonista indiscutible, nos la describe con guante blanco, tanto físicamente, como psicológicamente. Nos la encuadra en su trabajo, en su ambiente, nos presenta a sus amigas de la infancia y a su jefa, y sus relaciones un tanto tirantes con sus compañeros de trabajo. Nos presenta una mujer triunfadora que se siente vacía, que anhela precisamente aquello que no tiene, y que sin embargo ha cerrado su corazón a cal y canto, ha fracasado tantas veces que no le quedan fuerzas para seguir luchando.
A partir de su llegada a la cabaña y a esa porción de montaña deshabitada y desolada, observamos un cambio en la altiva Alexis, esa mujer segura de si misma se desmorona, no entiende que hace allí si no está secuestrada, quien la ha llevado ni con que propósito. No se cree demasiado ese cuento de los peces, pero ya que está allí que puede perder. Y de esa forma comienza a desgranar su historia, son en total 6 relaciones que por una razón u otra han fallado.
Podría parecer un planteamiento poco original, sin embargo creo que el acierto de la autora está en no demonizar, ni ensalzar a ninguna de las dos partes. Cuando Alexis cuenta sus historias es capaz de ver en que ha fallado ella en esa relación, que expectativas tenía y que no ha sabido llevar adelante. Siempre he defendido que cuando una historia fracasa hay dos culpables bien por acción, bien por omisión, y hay muy pocas personas capaces de ver en que fallan ellas, lo normal es cargar las culpas de la ruptura en la pareja. Por ese motivo porque expone las dos partes del error me ha llegado muy adentro y me ha hecho reflexionar más si cabe.
Martínez Roca encuadra este libro dentro del género de autoayuda, yo no creo que sea el típico libro de autoayuda valga la redundancia. Creo que la autora hace gala de una filosofía muy de andar por casa y que de una forma original, usando unos peces sabios, nos da las claves para que nosotros mismos seamos capaces de darnos unas respuestas que a veces buscamos demasiado lejos. Pocas son las personas capaces de hacer un viaje a su propio interior, de analizar los problemas de puertas hacía adentro, si muchas veces intentáramos buscar soluciones por nosotros mismos sabríamos que muchas respuestas las conocemos ya, solo nos falta exteriorizarlas.
A esa conclusión llega Alexis al observar la respuesta de los peces. En el interior del estanque hay unas piedrecillas con las que los peces forman dibujos una vez oída la historia, trabajan por la noche cuando las personas duermen. Cuando Alexis va a conocer la primera respuesta no puede menos que sentirse decepcionada, ¿Qué respuesta es aquella? el ermitaño es quién le explica como tiene que interpretar el dibujo y ella lo hace según su experiencia y el momento que ha vivido. Hasta llegar a la conclusión que esa respuesta llevaba mucho tiempo durmiendo en su interior.
Nos encontramos pues ante un libro de mujeres, porque su protagonista es una mujer que explica experiencias propias, pero no un libro para mujeres, porque hay personajes masculinos, unos personajes en los que seguramente más de uno podrá identificarse, si no en todo en parte. Y es que no es difícil empatizar con unos personajes que viven y respiran, con unos personajes que para nada son planos y eso que los vemos a través de los ojos de otra persona. La autora ha intentado plasmar muchos modelos masculinos. Supongo que la manida frase que usan muchos hombres: "Todas sois iguales" de cae por su propio peso, porque hay tantos tipos de mujer, como los pueda haber de hombres, cada persona por suerte es distinta de la que tiene al lado, y aunque hay algunos tópicos que se repiten, cada individuo es una unidad diferente a las demás.
Esa cercanía de los personajes es lo que convierte este libro en algo entrañable, nos cuenta algo tan cotidiano que nos podemos sentir identificados, o conocemos alguna persona en la misma situación. Son escenas fácilmente reconocibles y encuadrables en nuestro día a día y por ello se lee en un suspiro. Para ser una opera prima creo que la autora ha sabido transmitir sentimientos, ha logrado que nos metamos en la narración, que hagamos de Alexis una amiga a la que escuchamos con ternura.
Tengo que reconocer que me hubiera gustado saber un poco más una vez Alexis vuelve a su vida normal, pero la autora muy sabiamente deja esto en un esbozo, para que cualquiera de nosotros imaginemos el final que más nos guste para esta mujer. Y es que el final me ha parecido un digno broche para una historia que ha estado bien contada, hilvanada y que mantiene en todo momento la atención del lector.
Si atención merece Alexis, no menos atención merece el ermitaño. Para mi un personaje entrañable, muy en su papel, un hombre que se aisla de la sociedad por convencimiento propio, un ser sencillo pero a la vez muy atractivo por el aura de misterio que esconde. Su vida en las montañas se limita a cuidar de los peces y de la cabaña en la que de vez en cuando tiene invitados. Duerme en una gruta, sobre la piedra, pero curiosamente no le falta comida, y no se la proporciona la naturaleza, quizás me hubiera gustado que hubiera desarrollado más este personaje, pero era una mera comparsa y así lo trata la autora.
Conclusión
Para ir cerrando un poco esta opinión que me disperso y puedo dejar flecos. Ángeles ha escrito una historia, sencilla, sin grandes alardes, cotidiana por cuanto podemos encontrar muy cerca de nosotros situaciones parecidas, o incluso haberlas vivido, más nos vale que no todas juntas, porque vaya suerte la de esta mujer. Se ha valido para ello de una sicología de andar por casa, de unos personajes atractivos y a la vez les ha insuflado vida más allá del papel. Se ha válido de un recurso original como pueden ser los peces sabios para hacernos reflexionar y obligar a la protagonista a reconocer sus fracasos, donde se encuentra el quid de ellos para ir cerrando páginas, porque sólo de esta forma se puede escribir un nuevo libro, sin arrastrar temores.
A mi me ha parecido una buena historia, no de esas que perdura en la memoria, pero sí una lectura que se puede disfrutar en una tarde, como mucho en un par de horitas o tres si las tienes por delante, seguro que te da pena dejar a Alexis, pero al menos el corazón no se te queda en un puño...
Si te animas a leerla hazlo con inocencia, déjate embaucar por la historia, deja que Alexis te abra el corazón y reflexiona con ella, seguro que te es de provecho en más de una ocasión. Deja a un lado los prejuicios que te pudieran entrar al leer esta opinión, porque con la mente en blanco se puede disfrutar.
Te ánimo a que descubras por ti mismo cual es la moraleja que esconde esta preciosa fábula.