Giacomo Carissimi (1605-1674) empezó cantando en un coro eclesiástico de niño, pasó a ser un reconocido organista en su juventud y se convirtió en maestro di cappella de la Basílica de Sant'Apollinare de Roma con poco más de veinte años, manteniéndose en el mismo puesto hasta su muerte. Su reputación como músico fue creciendo y pronto cardenales, obispos y demás personalidades acudían a la Basílica de Sant'Apollinare para poder escuchar sus composiciones durante la liturgia. Recibió numerosas ofertas laborales, entre ellas la oportunidad de suceder a Claudio Monteverdi en la Catedral de San Marcos de Venecia tras su muerte, pero siempre prefirió permanecer en su pequeña parroquia romana. Esta falta de ambición fue también la causante de que sus obras no fueran publicadas, quedando tan solo los manuscritos, que por desgracia desaparecieron un siglo después de su muerte cuando las tropas napoleónicas saquearon Roma. Las pocas obras que han sobrevivido proceden de copias realizadas por sus alumnos.
Carissimi colaboró durante toda su vida con la Congregación del Oratorio, movimiento religioso fundado en 1540 por San Felipe Neri que buscaba educar al pueblo llano mediante sencillas prácticas espirituales, como por ejemplo sermones en lengua vernácula y tono coloquial o dramatizaciones de pasajes bíblicos. Estas dramatizaciones, que tomaron el nombre del movimiento que las creó y fueron conocidas como oratorios, pronto empezaron a incluir música, siguiendo el esquema monteverdiano de recitativo y aria acompañada por un basso continuo propio de la recién inventada ópera.
Hoy vamos a escuchar el oratorio Jephte, compuesto en 1649. Cuenta la historia de Jefté, juez de Israel que libró una batalla contra los Amonitas y tuvo que sacrificar a su propia hija como resultado de una promesa irresponsable. Sobre esta misma historia, aunque con otro libreto, existe un oratorio posterior de G. F. Haendel.
Carissimi, pionero del oratorio, introduce elementos que pasarían a convertirse en señas de identidad de este género, como la presencia de un narrador (Historicus en latín) y de cantantes solistas para cada uno de los personajes involucrados. El coro comenta la acción, reaccionando ante lo que cantan los solistas. La música se transforma para representar batallas, cantos triunfales, despedidas dolorosas o lamentos, acompañando siempre al texto.
Escucharemos el oratorio (de poco más de veinte minutos de duración) en la versión de Le Parlement de Musique dirigidos por Martin Gester. Los intérpretes son: Jephte: Luca Dordolo, tenor; Filia: Elisa Franzetti, soprano; Stephan Van Dick, alto; Mercedes Hernández, soprano; Emmanuelle Halimi, soprano; Stephan Imboden, bajo. Se encuentra dividido en tres vídeos en los que se puede ir siguiendo la partitura y el texto en latín.
En el primer vídeo, el narrador introduce la figura de Jefté, quien interviene para hacer la irresponsable promesa: "Si pones a los hijos de Ammón en mis manos, aquel que primero salga de mi casa a mi regreso para saludarme será sacrificado". El narrador y el coro se suceden explicando la batalla contra los ammonitas y cómo estos fueron derrotados (nótese el efecto producido por el coro al cantar los versos "Fugite, cedite, impii, corruite et in furore gladii dissipamini", que contrasta con la tristeza de "Et ululantes filii Ammon, facti sunt coram filiis Israel humiliati"). Les sigue el canto de victoria de la hija de Jefté, acompañada por el coro, cuando sale a recibir a su padre tras la batalla, convirtiéndose sin saberlo en víctima del sacrificio prometido.
El segundo vídeo empieza cuando el narrador nos cuenta que Jefté vió a su hija salir de su casa para recibirle y da paso a un diálogo entre éste y su hija en el que el juez israelí le explica su irresponsable promesa y ella acepta su destino, pidiendo sólamente que le sean concedidos dos meses para poder ir a las montañas a lamentar dejar el mundo siendo virgen y sin descendencia, lo que le es concedido.
El tercer vídeo está íntegramente ocupado por el lamento de la hija de Jefté en las montañas, el único fragmento de la obra que por su duración y estructra podría compararse a las arias operísticas y no a un arioso. En un ejercicio de maestría, Carissimi hace que el eco (dos sopranos del coro) responda al lamento de la solista cuando ésta interpela a las montañas para que lloren con ella. El resultado es de una belleza sobrecogedora. Finalmente, es el coro quien cierra la obra llamando al llanto por la desgracia de la hija de Jefté.
Vídeos de civileso.