Vaya título, en serio, vaya título para un post. Pero así son las cosas, se suceden quieras y no. Y es que ayer estaba tranquilamente en el sofá, con mi ordenador, mirando esto y aquello, osea más tranquilo que un oso rascándose en un árbol. Así que mi novia estaba haciendo zapping y dejó la tele en La 2, donde no echan anuncios en las películas, al igual que en La 1. Sin comerlo ni beberlo mis oídos acababan escuchando una película de título (ya me sonaba, pero me había alejado de ella lo más posible) “Semen. Una Historia de Amor”.
Es cierto que los hombres no podemos hacer muchas cosas a la vez, los que dicen lo contrario lo hacen por llevar la contraria o porque simplemente no son de este planeta, así que de vez en cuando giraba la cabeza y dejaba de teclear para ver si dicha película merecía o no la pena.
Joer que huevos tengo. La acabé viendo/ soportando hasta que acabó. Porque tengo ese punto negativo en mi haber. La película será una tontería, una mierda, una memez, pero si empiezo a verla (vale, hay alguna excepción) tengo que ver como acaba la cosa. Bueno, pues acaba igual que empieza y se desarrolla. Tontamente.
¿Os ha pasado alguna vez que seguís y seguís viendo algo que sabes que os lo podríais haber ahorrado? “Semen. Una Historia de Amor” es una tontería de esas que si cierras los ojos y empiezas a roncar el de al lado puede ser que te siga pensando que has tenido una buena idea. Ni te crees la relación entre los protagonistas, ni la actriz se cree las palabras que se ha aprendido, ni hay drama, ni hay comedia, ni hay… NÁ, no hay NÁ.
Lo único bueno que puedo decir es esa gran frase de: “Menos mal que no he pagado por ver esta película”.