El Organum mathematicum de Munich expuesto en Herne

Por Angelrequena

El imaginativo y polifacético jesuita alemán Athanasius Kircher (1602-1680) fue el promotor de una arqueta de tablillas matemáticas para facilitar los cálculos prácticos de las diversas disciplinas que constituían las matemáticas aplicadas de la época. El encargado de divulgar el proyecto fue su discípulo Kaspar Schott (1608-1666), quien redactó Organum mathematicum (1668).

El libro del Padre Schott es un detallado manual de casi mil páginas sobre como construir y utilizar la arqueta aplicable a nueve disciplinas matemáticas (libris IX explicatum): Aritmética, Geometría, Fortificación, Cronología, Horolografía (Gnomónica), Astronomía, Astrología, Esteganografía (Cifrado) y Música.

Se tiene conocimiento de tres Organa: Praga (Museo de la Técnica), Florencia (Museo Galileo) y Munich (Museo Nacional de Baviera). Los dos primeros siguen el tratado de Schott en la forma del contenedor y están en exposición en los respectivos museos, mientras que el de Munich suele estar en almacén y se trata de una arqueta más convencional donde se almacenan las tablillas o regletas de cálculo.

En el moderno Museo de Arqueología de Herne (entre Essen y Dortmun) se tiene la oportunidad de ver el cofre de Munich durante una exposición temporal dedicada a diversos hitos de la arqueología. El matemático Kircher no puede faltar por su interés en el arte jeroglífico. Las únicas tablillas que se pueden ver son las de cifrado. El cofre viajará en noviembre a Hildesheim, un lugar de mucho interés matemático.

Las tarjetas regletas son un resumen de materias y operaciones que eviten cansar la mente con cosas rutinarias. Las matemáticas son para simplificar y disfrutar, por ello todo lo mecánico se debe dejar para las máquinas como el modesto Organum mathematicum.

La parte aritmética son los huesos de Neper para la multiplicación, pero en el Organum de Munich nos encontramos una grata sorpresa: se han complementado con las regletas de Caramuel, el obispo matemático nacido en Madrid. Este interesante descubrimiento ha sido posible por la amabilidad del Dr. Raphael Beuing del Museo Nacional de Baviera.