El orgullo por María Castejón

Publicado el 08 mayo 2013 por Femeniname
On 8 de mayo de 2013 by femeniname

¿Qué es el orgullo?

Es una emoción autoconsciente pero aprendida. Como muchos otros hábitos y emociones que admitimos como nuestras, el orgullo ha sido implantado con nuestro aprendizaje, a lo largo de nuestra vida, admitiéndolo como nuestro. “Lo archivamos y le damos el poder para que nos anule”.  Siendo un componente social importante, muchas veces es transmitido de una generación a otra, como “orgullo familiar”. Resaltando  status social elevado económicamente, títulos y apellidos ilustres o hazañas. En este caso, el orgullo hace mediocre a su poseedor, creándole barreras difíciles de saltar en cuanto a convivencia familiar y social, así como el freno en su propia evolución. El orgullo divide y separa a las personas mucho más que los intereses o las diferencias de carácter.

¿Existe solo una clase de orgullo?  ¿O hay más variantes?

Hay unos comportamientos generalizados que definen el orgullo, pero estas formas de actuar, varían en cada persona, ya que se trata de una emoción, y puesto que cada persona siente diferente, también el grado y la clase de orgullo es expande o se contrae  según la formación y el estado de su poseedor.

¿Es siempre negativo el orgullo?
“Por supuesto que no”. Se nos ha dotado con sentimientos y emociones por algo. Es una gran riqueza interior que poseemos y no debemos de infravalorarla. El orgullo está hermanado con el ego y al igual que este, en su justa medida, nos impulsa hacia la realización de acciones en las cuales, el esfuerzo motivado y la creatividad hacen  posible verdaderas  hazañas, expresando un regocijo feliz y un comportamiento social de ayuda altruista. Entonces nuestro orgullo ha servido para afianzar nuestra confianza imprimir fuerza de ahínco y tenacidad, elevando nuestra autoestima.

¿Cuándo es realmente  negativo?
Cuando ese grado de orgullo sobrepasa nuestra consciencia entonces se convierte en nuestro tirano ya que las reacciones  generadas, nos alejan de nuestro propio centro, de nuestro auténtico sentir y de nuestra alerta como observadores de nosotros mismos. Nos aislamos de la verdad, de la belleza, de lo natural y sencillo.  Perdiéndonos el disfrute de las pequeñas y grandes cosas, al encontrarnos atados y obsesionados con una posición rígida y tormentosa que nos cierra nuestras propias puertas, impidiéndonos reconocer nuestros límites con humildad. El orgullo nos aparta de la fluidez y no entendemos, como siendo tan maravillosos y perfectos, nos rechazan los demás y nos dejan solos.

Conductas que definen un orgullo nocivo para la vida:

  • Si vives pendiente de las apariencias y necesitas estar en primera fila, porque supones que perteneces a una clase superior.
  • Si crees que tienes preferencia sobre todos.
  • Si crees que nunca te equivocas y los demás sí.
  • Si te has estancado en una posición y no admites otras opiniones ya que lo tuyo es lo perfecto.
  • Si eres tú el que habla siempre, minimizando la opinión de los demás.
  • Si te crees imprescindible y todo lo que posees es mejor que lo de los demás.
  • Si no aceptas sugerencias para mejorar algo, solo porque no se te ocurrió a ti.
  • Si te aferras a una postura defendiéndola sin límites y sin aceptar un margen de error o corrección, sin reconocer el fracaso.
  • Si haces cosas contrarias a las que te dictan tus sentimientos aún dañando y dañándote. 

¿ Para qué sirve el orgullo?
Para estancar y ocultar nuestra grandeza real y nuestra  pequeñez. El orgullo crea una ceguera intrínseca que nos lastima severamente a nivel físico, psíquico y espiritual. Aunque nos engañemos a nosotros mismos con conceptos erróneos, aceptados y digeridos. A nuestras células y a nuestro Ser, no los podemos engañar, con lo cual, todo nuestro organismo se confabula para entrar en guerra, si con sus gritos de aviso,  como: rabia, frustración,  aislamiento, pesimismo, insomnio e intolerancia con nosotros mismos, no nos damos por aludidos. Entramos en guerra y nada podemos hacer desde fuera. Hemos creado tantos nudos y bloqueos, que impiden la correcta circulación energética y sanguínea que estancan  la vida.
Entonces nuestro cuerpo, comienza a manifestar unos síntomas inequívocos de la situación que nos hemos creado. Aparece la tensión a nivel muscular y articular. Produciendo rigidez, dolor y más tarde, inmovilidad. Aquí, la medicina convencional solo puede paliar las molestias con fármacos cada vez más potentes a fin de apaciguar los síntomas. En estos momentos de gran cambio, la solución más efectiva es reconocer ese orgullo nocivo y diluirlo lo antes posible. “Ya no vale”

¿Cómo podemos abandonar el orgullo que nos daña?

  • 1º) “Reconociéndolo” sin este primer paso, es imposible avanzar.
  • 2º) Visualizándonos  desde un punto de vista cósmico, viéndonos a nosotros mismos como lo que realmente somos, “parte de la unidad”.  No somos nuestra tarjeta visa, ni nuestro coche, ni nuestra casa, o status social. No somos nuestro físico, ni nuestro carácter, ni nuestro ego, ni nuestro orgullo o enfermedad. “Estamos por encima de todo eso”.
  • 3º) Hemos de perdonarnos a nosotros mismos por nuestra ceguera, pero a la vez, comprendernos y agradecer porque ella nos enseño algo importante para seguir avanzando.
  • 4º) Aceptar a los demás con todas sus diferencias y ver, que en la diversidad está la riqueza. Que si compartimos nuestros conocimientos desde el corazón, también vamos a salir ganando. Primero por el disfrute de poder transmitir y dar algo y después al recibir información que nos complementa o simplemente nos divierte.  Con toda este vaivén, nace  la verdadera amistad entre las personas“

 El Orgullo es una emoción que ha de ser eliminada y reemplazada por un sentimiento que es la “dignidad  y  el amor”. La dignidad y el amor, nos protege de las más poderosas energías destructivas del Universo, porque nos hace saber que tenemos tanto derecho a existir como los más evolucionados seres, dioses o cualquier forma de conciencia superior en la escala evolutiva. La dignidad nos pone a salvo de toda forma de esclavitud, nos avisa cuando alguna forma de energía nos quiere usar con fines ajenos a la Evolución. En cambio el orgullo patológico, ese que puede hacernos creer que somos más que otras Criaturas, como un “yo psicológico”, es el que tenemos que desterrar para siempre de los vastos horizontes de nuestro Ser.

“Cuanto más grande eres, menos orgullo tienes”

MARIA CASTEJÓN. Naturópata y acupuntora . http://www.elcaminoturismorural.com/

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