ComoJane Digbyo laHija del Desierto Gertrude Bell, Lady Montagu se dejó fascinar por el Oriente, una tierra que aún representa para muchos, el patriarcado más despiadado.
La hija del duque de Kingston se educó a sí misma en la biblioteca paterna. A los 14 años dominaba el latín y el francés y escribió su primer cuaderno de poemas. Luego fastidió a su ilustre progenitor casándose a escondidas y en contra de la voluntad paterna con Edgard Montagu. Fue amiga dilecta de Mary Astell, primera feminista de Inglaterra, del satíricoSwift y deAddison. Rechazó el poético amor deAlexander Pope, divirtió y escandalizó a la corte de Jorge I con sus mordaces opiniones, hasta que en 1716 el nombramiento de su marido como embajador en Constantinopla le cambió la vida para siempre.
Gracias a su epistolario“Turkish Embassy Letters”, –elogiado más tarde por Voltaire- sabemos que Lady Montagu usaba ropas masculinas para poder entrar en la mezquita de Santa Sofía, aprendió árabe, apreció la poesía en esta lengua y visitó varias veces el harén del sultán y las casas de mujeres turcas por las cuales demostraba un gran respeto y aprecio(1). El hammamdesde luego, la deslumbró. Los tocadores con espejos y flores, el salón circular, los perfumes y ungüentos, los masajes de la cabeza a los pies; las salas de mármol con surtidores de agua, el vapor, la piscina fresca de la sala de reposo con plantas y sofás. Y la charla por horas con otras mujeres, donde las confidencias se saboreaban libando sorbetes de violetas o rosas. Cuerpos y espíritus ligeros, libres de prejuicios; Mujeres felizmente cómplices y atentas a su cuerpo y bienestar en un ambiente de refinada sensualidad.
Mary pensaba que el asmack o velo, daba la ventaja a las mujeres turcas de ir por la calle de incógnito y acudir a las citas con los amantes... sin ser reconocidas por sus maridos.
“Es muy fácil ver que en realidad tienen más libertad que nosotras. Ninguna mujer, sea cual sea su rango, se permite salir a la calle sin dos murlins, uno que cubre toda su cara excepto los ojos y otro que oculta toda su cabeza y cuelga a media altura a sus espaldas” “Esta permanente mascarada les da completa libertad para seguir sus inclinaciones sin peligro de ser descubiertas. El método más usual de intriga amorosa es enviar una cita al amante para encontrarse con la señora en la tienda de un judío, que son tan notoriamente convenientes como nuestras casas indias” “Puedes imaginar fácilmente el número tan pequeño de esposas fieles en un país en donde no tienen nada que temer de la indiscreción de un amante…”
También disfrutó de la amistad de respetados effendi, sabios locales que practicaban una relajada forma de deísmo y según Montagu no tenían más fe en las enseñanzas de Mahoma, que los europeos en la infalibilidad del Papa…
Su observación de cómo las circasianas se pinchaban con agujas impregnadas en pus de viruela de las vacas, y no contraían nunca la enfermedad, la llevó a inocularse ella misma y sus hijos, y de regreso a Inglaterra divulgó los procedimientos y fue uno de los mayores aportes a la inoculación en Occidente(2)
“Fue todo de lo más interesante” dijo antes de morir la mujer perspicaz y carente de prejuicios que se permitió conocer y expresar en su exquisita correspondencia, las dos caras del mundo otomano.
(1) Las cartas de Lady Montagu tuvieron gran influencia sobre pintores orientalistas como Ingres (quien nunca viajó a Oriente ni pisó un harén) y se inspiró en esas letras para su cuadro más famoso: “El Baño Turco”
(2) Fuente Wikipedia (Viruela)
Fuentes:
. Lady Mary Wortley Montagu Her Life And Letters. Lewis Melville
. The Montague Millenium.
. Las Cartas de Lady Montagu (inglés)
. Poemas de Lady Montagu (inglés)
. Artículo recomendado: “La civilización y Lady Mary” por Fernando Savater, Profesor de Filosofía en la Universidad Complutense. 2001