El origen de las mujeres (mito toba)

Por Víctor Barrera Alarcón
En otro tiempo los hombres acostumbraban cazar y poner su provisión de caza sobre los techos de las chozas. Un día que estaban ausentes, las mujeres usaron cuerdas para bajar desde el cielo y robar la carne de la caza. Ese incidente se reprodujo al día siguiente y los hombres [que ignoraban la existencia de las mujeres] pusieron al conejo al acecho confiando en su maravilloso sentido del oído.
En mitad de la guardia el conejo se durmió y la carne de la caza volvió a ser robada por las mujeres. Este fallo del conejo hizo que los hombres pensaran que era mejor dejar al ruidoso loro para dar la alarma si volvían a aparecer los ladrones. El loro quedará de guardia escondido en un árbol y cuando vio descender a las mujeres se dispuso a dar la voz de alarma, pero enmudeció de miedo al ver que las ladronas tenían entre las piernas las vaginas dentadas. Asustado sólo atinó a lanzar un fruto del árbol sobre el grupo de mujeres que se estaban dando un festín con la carne. Las mujeres empezaron a acusarse unas a otras de la agresión hasta descubrir al loro que consiguen atrapar y le terminan cortando la lengua para que no las delate. Al amanecer, mudo, el loro no consigue hacer comprender a los hombres lo que ha pasado.
Le toca al gavilán montar guardia quien, astuto y precavido, cuida de tener dos bastones arrojadizos para defenderse llegado el caso. Las mujeres vuelven a bajar y el gavilán lanza su primer bastón que falla su objetivo, provocando que las mujeres lo descubran. Lo persiguen por el bosque para darle caza y así evitar que de la voz de alarma, pero el gavilán es mucho más rápido y consigue llegar a las cuerdas por donde habían descendido del cielo, cortándolas con el bastón que le quedaba y consiguiendo así que las mujeres vivan en la tierra junto a los hombres.