El origen de los movimientos antivacunas resurge en las redes sociales

Por Redespress60

En los últimos años los movimientos antivacunas en el mundo han crecido tanto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) los incluyó como una de las principales amenazas para la población mundial en 2019. Las cifras de la misma institución demuestran que enfermedades próximas a la erradicación, como el sarampión, han crecido hasta el 30 por ciento en países en los que apenas había casos.

¿Cómo es posible que uno de los avances científicos más importantes de la historia, las vacunas, un avance que salva millones de vidas al año, sea rechazado por miles de padres? ¿Qué les lleva a poner en peligro a sus hijos y, de paso, al resto de población? ¿Cuál es el origen del movimiento antivacunas?..

El origen

El movimiento antivacunación tiene su origen en una investigación del médico británico Andrew Wakefield publicada en 1998 en la revista The Lancet. Tras examinar a doce niños autistas, él y sus colaboradores aseguraron que había una conexión entre la administración de la triple vírica -vacuna que protege contra el sarampión, la rubeola y la parotiditis (paperas)- y ese trastorno. Aunque la comunidad científica recibió el hallazgo con escepticismo por lo pequeño de la muestra, el estudio tuvo un gran impacto mediático en el Reino Unido. Muchos padres empezaron a tener miedo de que la triple vírica o vacuna SPR convirtiera a sus hijos en autistas y, en los diez años siguientes, el índice de vacunación país cayó del 92% al 85%, y los casos de sarampión se dispararon.

Wakefield se convirtió en el líder del movimiento antivacunas mundial, impulsado en Estados Unidos por Jenny McCarthy, conejita Playboy, y su entonces novio, el actor Jim Carrey, celebridades que encabezaron la lucha contra las vacunas en ese país. Ella empezó a decir en 2007 que su hijo Evan, nacido cinco años antes, era autista a causa de la vacuna triple vírica. El eco televisivo de las insensateces de McCarthy y Carrey, a las que prestó un apoyo entusiasta la periodista Oprah Winfrey, minó la confianza de mucha gente en las vacunas y ha supuesto, desde entonces, un incremento en los casos de rubeola, sarampión y paperas registrados en Estados Unidos. En junio de 2007, 5.500 padres de autistas exigieron al Gobierno estadounidense indemnizaciones por entender que el síndrome lo causa la vacuna SPR. Se consideraban víctimas de una vasta conspiración urdida por el Ejecutivo y las farmacéuticas. Un año después, McCarthy anunció que su hijo se había curado del autismo. Los médicos que examinaron al niño dijeron, sin embargo, que había sido diagnosticado erróneamente y nunca había sufrido ese trastorno, que es incurable.

Ningún otro equipo científico obtuvo los mismos resultados que el de Wakefield. En 2004, diez de los coautores de la investigación original retiraron su firma del artículo que había desatado la tormenta. Instantáneamente, The Lancet publicó una rectificación poniendo en duda las conclusiones del trabajo, que acabó retirando de sus archivos en febrero de 2010. Oficialmente, es como si nunca se hubiera publicado. En mayo de ese mismo año, el Consejo General Médico del Reino Unido prohibió a Wakefield ejercer en el país por su actitud deshonesta e irresponsable en ese estudio. Y, en enero de 2011, después de siete años de investigación, el periodista Brian Deer desveló en The British Medical Journal que Wakefield había planificado una serie de negocios para obtener millones aprovechándose del miedo hacia las vacunas que su fraudulenta investigación iba a infundir al público. Detrás del montaje, había una compleja trama de intereses económicos, incluido el Hospital Real Gratuito de Londres en el que trabajaba el médico. Los gestores de ese centro, descubrió Deer, empezaron a hablar con Wakefield de montar posibles negocios basados en el miedo a la triple vírica cuando todavía no habían acabado sus investigaciones, y las conversaciones se relanzaron nada más publicarse el artículo de The Lancet que causó el pánico.

Uno de los proyectos, creado a nombre de la esposa de Wakefield, pretendía desarrollar vacunas con las que reemplazar la vacuna SPR, un kit de diagnóstico de la enterocolitis autística y otros productos que "sólo podían tener alguna probabilidad de éxito si se minaba la confianza del público en la triple vírica". El cirujano británico y sus socios calculaban que iban a ganar hasta 33 millones de euros anuales en Estados Unidos y el Reino Unido sólo con la comercialización de pruebas para la detección de la enterocolitis autística, enfermedad inventada por ellos en el artículo que conectaba la triple vírica con el autismo. Además, desde febrero de 1996, Wakefield estaba en contacto con Richard Barr, un abogado del movimiento antivacunas que quería demandar a las farmacéuticas y buscaba pruebas científicas en su apoyo, y que financió secretamente buena parte de los trabajos del médico.

La investigación de Deer sacó a la luz, asimismo, que Wakefield no tuvo nunca intención de confirmar los sorprendentes -y falsos- resultados de la investigación publicada en The Lancet. Cuenta el periodista cómo, a principios del siglo XXI, el médico británico rechazó financiación para repetir las pruebas con 150 pacientes con la justificación de que su libertad académica podía verse comprometida, algo que, al parecer, no ocurría con los centenares de miles de libras que recibía del abogado Richard Barr. La investigación de Wakefield sobre la triple vírica y el autismo está considerada como uno de los mayores fraudes científicos de la historia y ha propiciado caídas en los índices de vacunación en el Reino Unido, Estados Unidos y otros países desarrollados. La creencia de que las vacunas causan autismo se debe, en parte, a que los primeros síntomas del mal suelen detectarse a la misma edad en que los niños reciben la triple vírica, pero la ciencia ha demostrado que no hay ninguna relación entre ambos hechos, más allá de una coincidencia temporal. Los brotes de sarampión han vuelto a ser habituales en Estados Unidos, donde la enfermedad se consideraba erradicada desde 2000, y la mayoría de las personas que la contraen no han sido vacunadas.

La desinformación y las redes sociales

La desinformación sobre las vacunas en las redes sociales es mortal. La ONU: la organización alerta sobre el impacto que pueden llegar a tener los mensajes de un solo grupo anti-vacunas en las redes sociales, en plataformas como Facebook o Twitter.

En los últimos años, numerosos países han visto resurgir brotes de enfermedades que se consideraban erradicadas dentro de sus fronteras, como el sarampión. Aunque no se pueden limitar las causas a un solo desencadenante, todo parece indicar que los movimientos en contra de la vacunación tienen bastante que ver en este problema. Como no podría ser de otro modo, una de las vías que tienen estos grupos o activistas para difundir sus principios son las redes sociales. Motivo por el que varias plataformas han decidido plantar cara a las publicaciones que ponen en entredicho la importancia de la vacunación. Pero ¿hasta qué punto pueden silenciar la información?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló la negativa a vacunar a pesar de la disponibilidad de vacunas entre las diez principales amenazas para la salud global en 2019. La vacunación, indican desde el organismo internacional, es una de las formas más rentables y efectivas de evitar enfermedades. A día de hoy previene entre dos y tres millones de muertes al año, cifras que podrían incrementarse si se mejorase la cobertura global.

Sin embargo, existen varias razones por las que algunas personas deciden no vacunar. En los países en vías de desarrollo o no desarrollados, por ejemplo, destaca la dificultad (o la molestia) que conlleva acceder a las vacunas. En los países desarrollados, sin embargo, las razones tienen que ver con "la autocomplaciencia y la falta de confianza".

Como resultado, se están dando brotes de enfermedades que pueden evitarse gracias a las vacunas, como el sarampión. A pocos días de terminar 2019, los datos eran poco optimistas. Se habían confirmado 413.308 casos, frente a los 333.445 de 2018. El motivo: cuando la cobertura baja del 95%, se corre el riesgo de que surja un brote.

Facebook, Instagram y Pinterest han comenzado una colaboración con la OMS para garantizar que los usuarios encuentren datos veraces sobre las vacunas cuando busquen información en las plataformas. Parece funcionar. Al introducir términos como "vacunas" o "antivacunas" en el buscador de Facebook, aparece la siguiente información: "¿Buscas información sobre vacunas? Cuando se trata de salud, todos queremos tener información actualizada y fiable. Conoce por qué la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la aplicación de vacunas para prevenir numerosas enfermedades". A continuación, añaden un enlace a la página de la OMS.

Otras búsquedas un poco más complejas, como "peligros de las vacunas" o "las vacunas provocan autismo" no hacen saltar este aviso, pero sí llevan a fuentes fiables como la propia OMS, Harvard Health Publishing, Gates Foundation o American Academy of Pediatrics. Twitter nos lleva a información del Gobierno de España. "Conozca los hechos: asegúrese de tener la mejor información sobre vacunaciones. Conozca los recursos disponibles del Ministerio de Sanidad de España".

Sin embargo, no hace falta hacer una búsqueda muy exhaustiva para encontrar grupos y activistas antivacunas en las redes sociales. Cuentas activas que tienen miles de seguidores de diferentes partes del mundo. Uno de los primeros perfiles que encontramos es el de Larry Cook, un activista antivacunas estadounidense con casi 34.000 seguidores en Facebook. Varias publicaciones de su perfil están canceladas por la plataforma, por contener información falsa. Una de ellas, por ejemplo, habla de los efectos secundarios de la vacuna para prevenir el virus del papiloma humano (VPH).

El mismo Larry Cook está detrás de un grupo privado, 'Stop Mandatory Vaccination', con más de 178.000 miembros. Facebook alerta: "En este grupo se habla de vacunas. Cuando se trata de salud, todos queremos tener información actualizada y fiable. Antes de unirte a este grupo, conoce por qué la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la aplicación de vacunas para prevenir numerosas enfermedades".

Las vacunas han acabado con enfermedades como la viruela y han hecho que la poliomielitis haya desaparecido de Occidente y esté a punto de erradicarse. La OMS calcula que la inmunización evita cada año en el mundo entre dos y tres millones de muertes sólo por difteria, tétanos, tos ferina y sarampión. Mientras en los países pobres dan la bienvenida a las campañas de vacunación masiva como una vía para mejorar la calidad de vida, hay quienes en el mundo rico rechazan caprichosamente las vacunas y propician el resurgir de enfermedades que creíamos arrinconadas, como el sarampión, que puede provocar ceguera, encefalitis y hasta la muerte.

Fuentes: Gizmodo // Nobbot