‘El origen del planeta de los simios’ – Mucho antes de Charlton Heston

Publicado el 09 agosto 2011 por Cinefagos

Recuerdo cuando, hace ya diez años, se estrenó ‘El Planeta de los simios’, el remake que Tim Burton sacó del orginal de Charlton Heston y que supuso un golpe de crítica y público, además de unos de los primeros síntomas de que la genialidad de Burton estaba en declive. La película tenía unos diseños espectaculares en algunos casos, ridículos en otros, y aunque el final ya era incapaz de sorprendernos, se buscó una nueva vuelta de tuerca con un general Thade emulando a Lincoln que desde luego no podía significar para la historia del cine tanto como el protagonista de la película original descubriendo la estatua de la libertad semienterrada en la arena.

Este intento de franquicia no salió bien, y en cualquier otra época, los directivos habrían meneado la cabeza y seguido a lo suyo, pero hoy no. Si no funciona, hay que volver a intentarlo, ya que todas las historias son posibles beneficios y sólo hay que saber enfocarlos. De modo que se esperó el tiempo necesario y se decidió hacer lo habitual en estos casos: borrar de nuestra memoria el fracaso de Burton y empezar de nuevo, con una historia que no estaría ambientada en ese futuro lejano y que se centraría en el ascenso de los simios al poder de la mano de César, el primer simio inteligente del mundo.

A pesar de que cada vez que voy al cine acabo hasta las mismísimas narices de gente que le ciega con la luz de la Blackberry, conversaciones en voz alta y entradas y salidas tardías de la sala para hablar por el móvil, sigo yendo de vez en cuando. Como dije hace unos días, las películas tienen que ser cada vez más rápidas, y desde el mismísimo comienzo se hace evidente que hay que callar las risas y cuchicheos por parte del público, que se ríe cuando los simios aparecen en pantalla por primera vez. De modo que presenciamos una escena de frenética cacería que sirve para que todo el mundo cierre su maldita bocaza y esté pendiente de la pantalla, donde se nos cuenta que están llevando a cabo un experimento para encontrar la cura del Alzhéimer tratando con monos que desarrollan una inusitada inteligencia. Sumándolo a un poco de lenguaje gestual y solucionando puzzles simples, el protagonista parece tener vía libre para experimentar en humanos. Sin embargo, algo sale mal durante la presentación a los inversores y una de las hembras estrella del proyecto resulta abatida a tiros en las mismas oficinas, por lo que todo el proyecto es desmantelado y los simios, sacrificados.

Desde el comienzo nos deja claras las implicaciones personales del protagonista, Will, quien cree que su trabajo podría llegar a curar el Alzhéimer que sufre su padre. Y para él los beneficios e ingresos de las compañías farmacéuticas, que son al fin y al cabo, quienes mandan, no significan nada en absoluto. De ahí que se resista a ejecutar a una cría y se la lleve a casa, para proseguir con los experimentos de forma clandestina.

La historia avanza rápido, ya que hay mucho que contar en muy poco tiempo, y pronto vemos a César desarrollando unas habilidades impropias para su especie a través de grandes planos que nos demuestran el CGI usado para la película. Porque otra de sus novedades es que ya no se usan personajes maquillados, como en todas las entregas anteriores, sino que se aprovechan de la tecnología similar a la que James Cameron utilizó en ‘Avatar’ para capturar las emociones de los actores (increíble Andy Serkis) y dibujar encima al personaje digital. A día de hoy estamos ya muy lejos de Jar Jar Binks y los personajes creados por ordenador pueden llegar a emocionante tanto o más que un actor de carne y hueso, y el trabajo de Serkis hace pensar si tarde o temprano, trabajos como el suyo deberían estar nominados a los Óscar.

La expresividad de César es impresionante. Tanto por su mirada, como por sus gestos y emociones. Sigue siendo un mono, y la recreación que consiguen de sus movimientos es tal que llegas a olvidarte de que se trata de un personaje hecho por ordenador. Además, conforme avance el metraje sus gestos serán más humanos, y desarrollará una serie de sentimientos, como lo son el orgullo y quizá (algo que no queda muy claro en la película) la relación de pareja. Pasa de sentirse uno más de la familia a darse cuenta de que podría ser una mascota, a tirarle los trastos sutilmente a la veterinaría y a buscar algo semejante (ese plano de él mirando cómo duermen es un sutil ejemplo de ello). Pero cuando César trata de defender al padre de Will y acaba en una reserva de animales, queda claro su desencanto con los humanos. Allí comenzará a cambiar el curso de la historia de la humanidad con detalles francamente buenos. El hecho de que sea atacado por el macho dominante, o cuando empieza a comunicarse mediante lenguaje de signos con otro como él, hacen que la historia de los seres humanos amenazados pase a un segundo plano y nos identifiquemos con César y su búsqueda de la libertad.

En ‘El Origen de El Planeta de los Simios’ hay grandes detalles que sólo captarán los que hayan visto/ recuerden las películas anteriores. No sólo por el guiño a la estatua de la libertad, sino también porque vemos cómo se va jerarquizando la sociedad: Chimpancés que mandan, orangutanes con sentido político, y gorilas como soldados. César se hace con el control de su reserva, donde establece una relación de odio con el personaje interpretado por Tom Felton, el Draco Malfoy de la saga ‘Harry Potter’ y, para mí, el actor con más proyección de la serie del niño mago. Aquí vuelve a hacer de malo, y es responsable de otro gran momento de la cinta y que tiene que ver con una frase muy conocida por todos nosotros “¡Aparta tu sucia pata de mí, mono asqueroso!”.

Pronto, César verá que su espacio se le queda muy pequeño y alimentará la rebelión de sus compañeros, escapando de sus jaulas y corriendo libres por San Francisco. Hay muchos que pensarían que una panda de monos, por muy inteligentes que sean, no resultarían rival para un ejército armado, pero la película no se centra en la dominación del planeta por esta especie sino en su sentar las bases de lo que conocemos. La parte del puente, donde se libra una auténtica batalla, es impresionante aunque no excesivamente espectacular, como nos tienen acostumbrados hoy día, y se agradece una película que piensa en contar una historia y que no trata al espectador como si fuera estúpido, aunque hay cosas que se entienden como meros recursos narrativos, ya que no es muy creíble que el mismo fármaco que estimula la inteligencia en los simios sea el futuro responsable del Apocalipsis de la sociedad. Simplemente buscaban darle una explicación cerrada a todo el asunto, y con la cura del Alzhéimer lo tenían a tiro.

En definitiva, podemos decir que se trata de una gran película, superior a la media que nos entregan regularmente los estudios con el fin de sacar tajada de lo que otros hicieron hace siglos. No es muy arriesgada, ya que optan por jugar con lo que el espectador ya conoce, pero al igual que ‘X Men: First Class’, consiguen que hasta eso se te olvide y puedas disfrutar de dos horas de entretenimiento de calidad, algo cada vez más difícil de encontrar en una sala de cine mientras apartas tu mirada de la BlackBerry.

Y en novedoso 2D además.

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