El origen del preservativo

Por Vicented @Elcineesnuestro

Combarelle (Francia)


El uso del condón como método anticonceptivo con mayor o menor eficacia en su objetivo, ha sido una constante dentro de la sexualidad  humana a lo largo de la historia. Si bien es en la etapa contemporánea cuando se le puede atribuir su producción, éxito y distribución masiva; antes que el látex actual, reinaron materiales como la seda, las vejigas animales, los lienzos o los papeles impregnados en aceite. Multitud de recursos para vestir a un pene que era necesario enfundar para prevenir o evitar enfermedades venéreas y dejar a un lado el propósito de la fecundación.
Un término en sí, que debe su nombre al Doctor Condom, o lo que es lo mismo el especialista encargado de fabricar uno de estos modelos al monarca anglosajón Carlos II. No obstante, este origen parece más propio del folklore y las leyendas que de un análisis etimológico como tal, por ello es posible también que su significado derive de vocablos latinos: condus (recipiente) y condere (esconder, proteger). En Europa, nos tenemos que remontar entre los 12000-15000 años AC y sus referencias en las pinturas rupestres de las cuevas de Combarelle en Francia.

Condón egipcio expuesto en el  museo del Cairo.

De igual manera, la antigua cultura egipcia parece ser la primera en utilizar este tipo de protección. Ilustraciones ponen de manifiesto su conocimiento en torno al 3000 AC, y evidencias encontradas en tumbas de faraones de alrededor del 1000 AC en forma de fundas de lino y de tripas de animal anudadas en un extremo dan más que por aclarada su autenticidad. Los romanos hicieron los condones de vejigas de cabra, mientras que otras civilizaciones como las orientales trataban otro tipo de materias primas: los japoneses tenían preservativos hechos de cuero y concha de tortuga, y los chinos envolvía aceitado papel de seda en el pene para prevenir la infecciónPosteriormente más de un milenio después ya en el siglo XVI, el médico italiano Grabielle Fallopius (A el se debe la denominación de las trompas de falopio) inventó un condón confeccionado con lino y bañado en una mezcla de hierbas astringentes que tras ser utilizado en una muestra por 1100 hombres demostró su validez en la lucha contra la transmisión de la sífilis.
En el siglo XVII, los elaborados con tejido de animales se extienden y para la centuria posterior distintos grabados ponen de manifiesto el uso "corriente"(Sobre todo entre aquellos asiduos a los burdeles)

Hallado en Lund (Suecia) en 1640.

de condones a base de intestinos de carnero. Unos condones caros y vendidos con una cuidada presentación. Contenidos en un estuche de cristal, cosidos en uno de sus terminaciones y perfumados con exóticas fragancias. Unos condones reutilizables debido a su alto valor, que una vez acabado el coito eran lavados y conservados hasta quedar inútiles por el reiterado empleo por los miembros de la clase alta europea del momento. E incluso se sospecha que hasta los soldados de los ejércitos de Cromwell y del rey Carlos I, los usaron durante la guerra civil (1642-1646). De hecho los preservativos expuestos en las salas del Museo de Londres datan de los siglos XVI, XVII y XVIII.Sin embargo el condón en mejor estado de conservación se encontró en Lund (Suecia), se remonta al año 1640 y se fabricó a partir de tripa de cerdo. Incluso en uno de sus laterales se puede apreciar una inscripción con las instrucciones indicadas para su correcta utilización:" Se recomienda que el preservativo sea sumergido en leche caliente un rato antes de ponérselo para evitar así la propagación de enfermedades contagiosas"En el XVIII, empiezan a abundar las referencias literarias como las encontradas en las memorias de Casanova o en el diario de James Boswell, donde hacen mención a él como "la armadura" contra las enfermedades sexuales. Hasta el caso del marqués de Sade, llego a utilizar tiras de tocino para envolver su pene y crear así su preservativo particular.Un siglo en los condones se hacían a partir del intestino ciego de la oveja, eran cortados, pasaban por un proceso de maceración y tras someterse a un proceso de vapor, aire y secado eran empacados y puestos en circulación.

Condón reutilizable en los siglos XIX y primera mitad del XX.

Aunque la verdadera revolución se produjo en el siglo XIX y la denominada vulcanización del caucho. El caucho o látex natural, brota del árbol Hevea brasiliensis y en su origen era utilizado por los indígenas americanos como pegamento o fijador. Un caucho "rudimentario" que se descompone con rapidez y se torna pegajoso en verano y rígido al extremo con el frío, y que desde 1823 tuvo su primer uso dirigido a la fabricación de condones. Eso sí, pegajosos en verano y duros en exceso durante el verano. Charles Goodyear, será en este sentido el encargado de encontrar una solución modélica al problema del cambio de estados, y en 1839 consigue añadir junto al caucho original, sulfuro y óxido de plomo, fortaleciendo las moléculas de la goma. El resultado: Un caucho elástico y resistente, la mezcla necesaria que el consumidor demandaba. Sin embargo, hasta 1919 con Frederick Killian no se acabó con el método primigenio de fabricación y se pasó a crear moldes con látex líquido dentro de ellos (Antes el doctor, previa consulta y tomar medidas del pene del paciente, estipulaba las dimensiones del condón a utilizar más adecuado).  Facilitando la existencia de condones de látex delgados, baratos y mejorados en calidad.Fabricados de forma industrial y masiva a lo largo de la década de los treinta, especialmente en EEUU, donde su uso quedaba limitado a la prevención de enfermedades venéreas y no al control de la natalidad. De ahí deriva, la negativa de los médicos a recetárselos al género femenino. Asimismo, es destacable que desde este época la mayoría de los condones no eran reusables, aunque muchos varones los seguían lavando y lubricando con ungüentos variados para mantenerlos en un saludable estado de conservación como antaño.Condones de látex que dominan el mercado actual y están sometidos a procesos de optimización hasta nuestros días.
FUENTE: Entrada extraída íntegra del blog Los platos como ojos