El oscuro espejo donde nos vemos reflejados

Publicado el 17 marzo 2014 por Droidblock @droidblock

En los últimos años las personas se han hecho adictas a un nuevo tipo de droga: la tecnología. Y diréis, ¿la tecnología una droga? Menuda chorrada. Ahora poneros a pensar qué haríamos sin tecnología a día de hoy, todos necesitamos un chute de esa droga cada día. Unos están más adictos que otros, pero la mayoría que la ha probado no puede parar de drogarse.

El mundo en el que vivimos nos parece lo más normal, ahora. Recalco el ahora porque si le dijésemos a una persona de hace 500 años que todos tus familiares pueden ver a tu hijo recién nacido al momento de mandar una fotografía a las redes sociales, se reiría en nuestra cara o nos tomaría por brujos. Si supiesen lo que el mundo ha evolucionado tendrían miedo. Nosotros no tenemos miedo del futuro, porque vivimos sumidos en la tecnología, pero en realidad si que deberíamos tenerle miedo: deberíamos temer a esa poderosa tecnología.

Personas que se hacen pasar por otras personas, ya sea por falta de autoestima o para vengarse, ocultando su verdadera identidad; dependencia absoluta del teléfono móvil… Son muchas las cosas de este estilo que afectan a la personalidad de los seres humanos y a su forma de actuar. Al igual que a la relación entre ellas.

Voy a tocar el tema de las redes sociales, para recalcar esta relación que tenemos ahora entre los seres humanos. Una relación que pierde contacto. Empecemos por Twitter y Facebook. Qué genial es informarse sobre cosas del mundo, música, lo que opinan tus colegas… Hasta ahí todo muy bonito. Pero llegamos al momento en el que necesitamos tener más información sobre los demás, cuando necesitamos saberlo todo: el instante en el que tenemos demasiada información. Hay muchas cosas de los demás que no nos gustaría saber leyéndolas en una pantalla o, en ocasiones, mucho tipo de información que no tendríamos que saber. Una información que nos hace obsesionarnos porque necesitamos saberlo todo. Absolutamente todo acerca del resto, en muchas ocasiones porque nos comemos la cabeza y somos unos rayados de la vida. Pero, ¿por qué no dejamos que las personas cuenten una información confidencial a las personas que ellas crean convenientes?¿Informaciones que creemos que no aportan nada o que van a perjudicar al resto? Gente que escribe en Twitter lo que hace a cada segundo, pero puede que a mi no me importe que acabas de salir de la ducha…

Imaginaros que tuviésemos en nuestras manos un dispositivo con la capacidad de poder volver a ver todos nuestros recuerdos y los de los demás en una pantalla. Detalle a detalle. Cómo afectaría ese exceso de información en las relaciones, en la obsesión por tener todo controlado, por enterarnos, por ejemplo, de mentiras. Muchos otros dispositivos como este pueden llegar a ser creados, dejando que la tecnología acabe manipulándonos de una manera inconsciente. (Os recomiendo la serie “Black Mirror”. Os cambiará el punto de vista a cerca de la tecnología.)

¿Hace cuánto no tenéis largas charlas por teléfono con otra persona en vez de whatsappear miles de mensajitos en los que nos sabes que expresión tiene el otro o el tono de voz que en realidad quiere poner? Ese momento en el que te rayas porque se ha conectado y ha leído mi mensaje pero no me ha contestado, cuando está en línea y pasa de ti… y no menos importante, ese momento en el que una persona hace un día o varios que no se conecta ¡y pensamos que ha muerto!. Y ahora es cuando os hablo de mi experiencia:

Hace unos días me dio por no conectarme al Whatsapp. No me apetecía estar pendiente del móvil de a ver quién me hablaba o quién me dejaba de hablar. Y aquí es cuando la experiencia confirma los hechos. Al cumplir un día entero sin conectarme (he dicho un día, no más), la gente empezó a llamarme al móvil diciéndome con voz de preocupación: “- Tía, estás bien? Que hace un día que no te conectas…”. Os presento a nuestra querida dependencia del Whatsapp, este experimento fue el que me hizo darme cuenta de que conocemos a las personas a través de él.

La gente ha pasado a conocer al resto por las redes sociales y no por las historias que les cuentan a la cara. Esto afecta sobretodo a personas tímidas y con baja autoestima, pero no sólo a ellas. Gente que las manipula ocultándose tras perfiles falsos, envueltas en una sarta de mentiras que no sabes si son verdad o no, porque en realidad no conoces a esa persona que está detrás.

Nos hemos convertido en rehenes de nuestros propios pensamientos, mirándonos en un espejo negro que nos devuelve un reflejo hipnótico, realista y siniestro.

Pero no todo es negativo en estas nuevas tecnologías: muchos avances en la medicina, en descubrimientos, en la ciencia… Y en la facilitación de nuestras vidas. Investigaciones que nos han ayudado a avanzar y a evolucionar. La tecnología es buena, pero sin abusar de sus efectos… Es más, en el futuro, ¿quién no querría tener un coche volador?

Y vosotros, ¿cuánto duraríais sin Whatsapp?