"Paseo inmerso en los colores otoñales", original de
la pintora Isabel Gualda.
(Fuente: artelista)
Mi biorritmo personal, a falta de otras restricciones, necesidades u obligaciones, me lleva más a trasnochar que a madrugar. Habitualmente, puedo estar más despejado a las tres de la madrugada que a las ocho de la mañana. A pesar de todo, madrugar siempre es un placer, porque ver el amanecer es el premio diario que la Naturaleza nos da.