El otro brujo

Por Julianotal @mundopario

Mucho se ha dicho al respecto a la relación de Perón con la juventud peronista durante los setenta, responsabilidades de un lado y del otro, traiciones, malinterpretaciones: una infinidad de hipótesis para analizar el hecho consumado en tragedia. Pero pocos recuerdan el rol trascendental de un joven militante de la JP, cuya relación con el esoterismo provocase el silenciamiento por parte de la organización. Su nombre permanece en bambalinas, aunque era conocido por el nombre de Elías o el Brujito, para diferenciarse de la mano derecha del General, el nefasto Brujo José López Rega. Elías durante el tumultuoso 1973 ya contaba con cierto prestigio entre algunos referentes de Montoneros, impresionados por su misticismo, sus experimentos ligados al medieval arte de la alquimia pero, sobre todo, en sus predicciones e interpretaciones que permitían constituirlo como arma que contrarrestara las intenciones de López Rega.Numerosos testimonios certifican que había sido el Brujito el que impusiera la “teoría del cerco”, aquel circulo nefasto que impedía el contacto directo del Líder con sus naturales continuadores del proyecto político. Lo que había permitido la interpretación de Elías fue la señal codificada que lograse interceptar él, aquella tarde lluviosa de noviembre de 1972, cuando el General Perón regresaba al país luego de interminables años de exilio político. El mensaje encubierto en cuestión estaba emitido por el representante de la CGT y ferviente representante de la derecha peronista, el sindicalista Rucci, mediante la reconocida foto en la cual protege con su paraguas negro de la llovizna a un eufórico Perón que brindaba a la multitud su clásico saludo de ambos brazos extendidos en señal de fraternidad.

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Pero la clave no se encontraba en dicha imagen sino durante unos segundos antes, que Elías presenció en directo y luego, tareas de inteligencia que respondían a  Montoneros lograron interceptar la imagen codificada en cuestión. Lo que había motivado la suspicacia tenía que ver con el modo de posicionar el paraguas Rucci sobre el General: extendió su brazo pero sin abrir el paraguas como debiese, dejándolo a medio camino, dándole una figura de una “ᴧ“ (es decir, una “v” invertida) sumado a que curiosamente la forma del mango del paraguas tenía la clara representación de una “p” también invertida, permitía inferir en Elías la siguiente conclusión: el “antiperonismo” (expresada en la   invertida) estaba cubriendo y entrometiéndose ante las ideas de liberación, expresadas por el General Perón, de la mano de la traición de la vieja guardia sindical representada por Rucci. Haciendo el paralelismo de la cruz invertida como símbolo del anticristo, Elías establece el mismo criterio que luego sería apoyado por gran parte de la referencia de la conducción nacional, (masacre de Ezeiza mediante).Su prédica y sus propuestas un tanto delirantes pero que fueron recibidas con entusiasmo por gran parte de la juventud (a punto tal que la canción de “Con los huesos de Aramburu/ vamos a hacer una escalera/ para que baje del cielo/ nuestra Evita Montonera”, parte de una idea explicita de Elias que quiso profanar los huesos del dictador Aramburu para realizar una “escalera metafísica que permita el traslado de energía”) tal es así que muchos suponen que el grupo que realizaría el asesinato a Rucci, respondían a una línea disidente a la conducción nacional pero inspirada en la prédica del “brujito”.Su rastro se pierde al año siguiente, casualmente después del fallecimiento de Perón. Existen rumores de un encuentro secreto entre Elías y López Rega, en el cual el primero ofrece sus servicios afín de salvaguardar la vida del enfermo y envejecido líder, incluso dándole ciertos “pases” que lo podrían regresar a la vida. “Si no hace eso, se lo van a llevar”, dicen que argumentó sin saber efectivamente Lópecito a qué se refería con eso. No obstante, su misiva no rindió los frutos esperados y poco tiempo después le llegaría una sentencia de muerte. Algunas fuentes anónimas afirman que Elías estaría viviendo en la provincia Córdoba donde ante un minúsculo grupo, aguardan en el cerro Uritorco la llegada definitiva del General Perón, devuelto por los seres extraterrestres a estos pagos.