Nos remontamos al siglo XVIII, en donde una feliz pareja de nutville intentaba con todas sus fuerzas concebir a su progenitor.
Ellos eran John y Lucy unos jovenzuelos recién casados que adoraban tanto a dios como a sus excursiones al campo, Lucy era una bella muchacha, alta, morena y con una preciosa sonrisa que recordaba al mismísimo cielo soleado. John en cambio era digamos servicial, amable y sobre todas las cosas digamos que el mas responsable.
Como había dicho antes su intención era concebir a su hijo, pero por más que intentaban, nunca surgía efecto. Por ello decidieron asistir a un médico especializado en el campo de la fecundidad. Cuando salieron de aquella consulta lo único que se podía oír era el llanto de Lucy, el doctor había clarificado que ella jamás podría tener hijos. Los primeros meses se pasó llorando todo el día, no comía, ni dormía, se sentía vacía. Esto a John le mataba por dentro cada día que pasaba, pero no sabía que más podría hacer aparte de intentar animarla.
Pasaron dos años hasta que Lucy volvió en sí, eso a John le había contentado pero había algo que le preocupaba, ya no rezaba, el pensó que sería pasajero ya que durante sus intentos rezaba para el nacimiento de su hijo. Lo que nadie sabía es que durante esos años Lucy había conocido a otro tipo de ser que la había persuadido con deseos y sueños nunca cumplidos.
De repente una mañana sin ton ni son, Lucy despertó a John con una sonrisa que hacia sombra al propio sol, diciéndole que estaba embarazada pero a John la noticia no le había acabado de convencer pero fingió con una sonrisa leve (mientras se hacia la pregunta de cómo era posible si hacía años que no lo habían intentado).
Nueve meses después, ya casi estaban en verano cuando Lucy se puso de parto corrieron despavoridos al hospital del pueblo donde les atendieron con mucha velocidad, aunque todo el mundo se hacia la pregunta de cómo era posible ese embarazo, siendo ella estéril.
Al cabo de unas cuantas horas de parto intenso y complicado, el médico salió del quirófano para darle la noticia de que su hija había nacido y en muy buen estado, el médico le ofreció a pasar, en cuanto entro vio a su mujer en la cama despatarrada e inconsciente y en una pequeña camita a su hija, la cual se giro y le lanzo una mirada impactante con una sonrisa diabólica, esto a John lo dejo descolocado pero supuso que así son los bebes.