El Padre Apolinar, el sacerdote que inspiró “Sotileza”

Por Dapalo

El sacerdote que inspiró el personaje de Sotileza vivió en el número diez de la calle Cisneros

La placa que recuerda dónde vivió y murió el Padre Apolinar está, más menos, a la altura de los ojos de todos los que pasan por delante a diario. En el diez de Cisneros. Un lugar tan santanderino que está a tiro de piedra de la Plaza de la Esperanza y la Iglesia de San Francisco. Allí vivió el cura que se le metió en la cabeza a José María de Pereda para escribir Sotileza.

" El Padre Apolinar representa la imagen del clero como consolador de los males sociales a la vez que guardián de los valores de la tradición popular". Así le presenta Pereda, entre pescadores, en el ambiente Pesquero de la época. Y el escritor debía conocer bien al tipo real, al de carne y hueso, que había muerto catorce años antes de la publicación del libro. "Alto, desgarbado, llevaba siempre la cabeza inclinada hacia adelante, mirando al suelo con unos ojillos tiernos (pitarrosos), rubicunda la nariz, gruesos los labios, áspero el cutis y negra la dentadura". Eso escribió sobre el cura Simón Cabarga, el autor del mapa escrito más perfecto de la capital cántabra.

Apolinar fue el último religioso que habitó el convento de San Ildefonso de Camino (en Ajo).Solía decir misa en la parroquia de San Francisco y vivió la etapa de crecimiento de la ciudad y su transformación.Se le puede ver representado en un par de sitios. En el monumento a Pereda que hay en los Jardines (la montaña) aparece en un relieve junto a los críos a los que acoge en las páginas de la novela (Muergo, Sula, Guarín, Toletes...). Y así, con los chavales, aparece también en el mural que José Ramón Sánchez pintó en un muro de la calle Alta.

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