El padre gruñónHabía una vez un padre de familia que era muy gruñón. Cuando ponía cara de enojado era como si fuera la señal de un relámpago que luego traería el sonido de los truenos.
Sí, el sonido de los truenos, porque usaba un tono de voz muy alto para corregir a sus hijos. Y muchas veces caía la tormenta… los ponía de castigo.
Pasaron dos días y en la soledad el padre pensó que el sentido de la vida es el amor aunque la recompensa no siempre sea sentirse enormemente amado. Por tal motivo pidió sus vacaciones por adelantado para ir a darle una sorpresa a su familia.
Con mucha ilusión cogió el tren y luego un taxi que lo dejó cerca de la carretera que según se había informado su familia pasaría por ahí a esa hora. Y ciertamente así fue, cuando vio el coche comenzó a saltar y a levantar los brazos._ ¡Ey familia aquí estoy!_ gritó felizmente, pero la madre no lo vio y siguió de largo.El padre sin darse por vencido comenzó a correr con las manos en alto detrás del coche hasta que uno de sus hijos lo vio y emocionado gritó:_ ¡Mamá ese es papá, es papá!La madre frenó rápidamente y los niños salieron corriendo del coche con los brazos abiertos a su encuentro, la madre como llevaba unos zapatos incómodos se los quitó y también corrió a recibirle.Los niños emocionados le dijeron:_ ¡Vámonos al río papá!El padre echó a correr y se tiró en un charco de barro preguntando entre risas:_ ¿Este es el río?_ No papá, el río está al lado_ respondieron los niños lanzándose al charco de barro para estar con su padre y luego se metieron en el río disfrutando todos juntos.Horas después la madre se le acercó a solas y le preguntó:_ ¿Por qué has hecho todo esto?_ Porque no quiero que mis hijos me recuerden como un padre gruñón, sino como padre divertido que los ama_ contestó.Autora: María Abreu