El país de la marmota

Publicado el 30 diciembre 2013 por Vigilis @vigilis
Hay que aceptar la parte de culpa que tenemos cada uno de nosotros. Si el nivel del debate público está por los suelos, si el nivel de exigencia de este debate está lejos de ser aceptable, no se debe a la acción de oscuros conciábulos ni de confusos intereses sombríos. Hemos asumido como sociedad política que el debate debe darse entre ciertos individuos que por mérito, función o carácter están en ciertos puestos y hemos olvidado —si es que alguna vez lo supimos— que el debate nos pertenece a todos.

El futuro iba a molar, pero lo habéis estropeado todo.

Identificamos problemas y en lugar de solucionarlos, quienes se llaman a sí mismos líderes y el resto de la sociedad por pura imitación, en lugar de solucionarlos busca a alguien a quien culpar. Luego aparece otro problema y se culpa a otros. Problema tras problema y culpa tras culpa, al final tenemos una sociedad amedrentada y en retirada. Y ningún problema resuelto.
Trato de entender por qué quienes vivimos ahora en mi país nos parecemos más a un perro con pulgas tirado en la puerta de un bar que a un brioso perro brioso (no tengo ni idea de perros ¿se nota?). El caso es que veo horas de debates parlamentarios y de debates televisivos de hace treinta y veinte años y leo las hemerotecas y es un no parar. Exactamente los mismos tipos que hoy aparecen en los titulares eran los que hace veinticinco años aparecían en los titulares. Las declaraciones son clavadas. Se puede comprobar perfectamente cómo un tipo que no tiene ni idea de qué está diciendo, lo sigue diciendo y nadie le para. Nadie aparece delante para exigirle. Dejamos hacer.

El día de la marmota.

En este dejar hacer está nuestro pecado como sociedad política. Si es cierto que tenemos un sistema representativo ¿cómo es posible que dejemos que nos representen personas que hablan en términos abstractos utilizando un lenguaje pedante? La insistencia en usar términos como identidad, cultura, futuro, democracia y consenso; sin tener la menor idea de lo que se está diciendo. La confusión constante entre tolerancia y respeto. El uso torticero del concepto de moderación.
Se puede pensar que una causa del bajo nivel de exigencia reside en un bajo nivel educativo. Pero esto no lo explica todo cuando todos podemos señalar a personas que no actúan de esta forma. Dicen que si pagas con cacahuetes a tus congresistas, acabas teniendo un parlamento lleno de simios. Un bajo nivel formativo de la población no explica toda la historia. Ningún gran cambio en la historia viene de la mano de una votación democrática. Una sociedad en su conjunto no promueve ningún cambio, son élites las que promueven los cambios. El truco está en tener las élites adecuadas en el momento adecuado.

Niiiños, niiiños, futuuuro, futuuuro.

Y no es que ahora lo estemos haciendo mal. Es que hace veinticinco años lo hicimos fatal y hemos mirado a otro lado. Dicen que la definición de locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes. Pues como país no debemos estar muy bien de la cabeza. A cualquier paisano le preguntas sobre conceptos para los que la filosofía política no tiene una conclusión y te puede dar un discurso muy minucioso de majaderías inconexas y acabar con cara de satisfacción. Sin embargo, le preguntas por convergencia de niveles de renta y no será capaz de darte ni un mísero dato. No hablo ya de discursos sino de datos concretos.
Pensiones contributivas de autónomos, empleadas de hogar y régimen agrario están por debajo del salario mínimo. En los últimos años, el régimen de empleadas del hogar y el agrario se introdujeron en el régimen general. Dentro de este régimen general hay pensiones contributivas que quintuplican a otras. Cuéntame una vez más cómo la identidad andaluza se enmarca en la realidad andaluza y mientras lo haces olvídate de que en tu provincia tienes a la mitad de tu población activa en la subsistencia o el subempleo.

Mapas en los que ningún color te hace decir "no está mal". No, todo está mal.

También se puede hablar de cómo los hogares con ingresos mensuales medios de menos de 900 euros han pasado de gastar mensualmente en el recibo de la luz 35 euros hace cinco años a estar gastando hoy cerca de 60 euros. O cómo es posible que queramos tener movilidad geográfica para dinamizar el mercado laboral y hallar más oportunidades de trabajo, cuando cerca del 70% de los hogares necesitan ayuda de los abuelos para cuidar a los niños.
Yo me pregunto qué sociedad democrática es la nuestra cuando los servicios y bienes que se anuncian están enfocados a una parte muy minoritaria de la población. Por la calle preguntas a cualquiera y no sabrá que la renta anual neta por miembro de cada hogar está en torno a los 9.000 euros. Entiendo que el problema es que la gente no sabe qué es una media aritmética, y entiendo que si hablara de mediana la cantidad seria incluso inferior. Y si me fuera a renta neta mediana en ciertos barrios y en ciertos pueblos, la cantidad podría ser perfectamente la mitad. Explicadme cómo se puede vivir con los precios que manejamos con rentas de 5.000 euros al año. Podéis explicármelo después de los horóscopos y echadores de cartas de la televisión. Aunque fuera a las cinco de la madrugada, si sois capaces de explicármelo os lo agradecería.
No tengo ningún problema en vivir en un país donde la inmensa mayoría de la población tiene problemas económicos muy importantes. Mi problema es que la gente sabe que en su casa no hay dinero, pero no sabe que sus vecinos del bloque están igual o peor. Mi problema es que cuando esto sale en televisión, aparece el paternalista de turno explicando cómo su programa de subsidio público que copió a Fantasilandia —donde tuvo excelentes resultados imaginarios—, va a resolver la situación. Y el telediario consultará a tres expertos en el tema que me explicarán que el gobierno del PP es facha y que cuando el paternalista llegue a la Moncloa entonando La Internacional hará exactamente lo mismo que el PP pero no será facha. Qué bien.

«Ph´nglui mglw´nafh Cthulhu R´lyeh wgah´nagl fhtagn».

Ah, pero no todos los políticos son iguales. Hay quienes tienen una posición sobre el aborto y quienes tienen otra distinta. Y aparece en la tele una menopáusica que aborrece a los hombres porque Juanito le dio calabazas hace trescientos años en el cole, y echa la bronca a alguien porque ella no podrá tener hijos cuando le de la gana. Y delante, un tipo que cree que ponerse corbata es serio, se reirá y dirá que hay que proteger la vida del ser humano en el vientre de la mujer pero si ese ser humano nace y no es hijo del marqués de Griñón, ya le pueden ir dando por saco.
No sé en qué momento pasó a ser noticia de la prensa rosa que Tristán de Soto y Falcó, hijo de Fernando de Soto y Colón de Carvajal y de Mercedes Falcó, duquesa de Anchorena, es consejero de Credit Suisse y de JP Morgan. No sé en qué momento pasa esto a ser prensa rosa porque la verdad, si alguien se tomara cinco minutos para repasar la composición de los consejos de los grandes bancos y de las grandes empresas del IBEX 35, vería exactamente los mismos apellidos y títulos nobiliarios que mandaron en este país toda la puñetera vida.

«Jóvenes representantes de la nobleza europea y española estrechan lazos en Segovia».

Ahora que los liberales parece que queremos defraudar a Hacienda y jugar al poker con monedas virtuales como si tuviéramos ciertas carencias cognitivas y fuésemos unos delincuentes, resulta que no hablamos de esto y nos metemos en el juego de fachas y progres. Es que precisamente si se inventa el liberalismo en España es para poner fin a los abusos de la nobleza, del Rey y para defender las libertades civiles y la igualdad ante la ley. ¿Y qué igualdad ante la ley tenemos en este país cuando a una hija del Rey se le trata de forma privilegiada por ser quien es? ¿Qué igualdad ante la ley podemos esperar si la prerrogativa del indulto parte del gobierno? Gol de Messi.
Cuando un discurso que denuncia las colas en los comedores sociales y el número de personas que duermen al raso es interpretado desde la óptica de la ternura y la empatía y no como una denuncia de un problema de carácter político, no me preocupo. Cuando veo a un político, a un pseudo-empresario, a un pseudo-sindicalista o a un botarate revolucionario que quiere prenderle fuego al parlamento tomándome por imbécil, no me preocupo. Cuando veo a un nazi mixto de primera clase hablando de los mixtos de segunda clase como si fueran idiotas, no me preocupo. No me preocupan ni el miedo ni la culpa —católica España, al fin y al cabo—, lo que me preocupa es que no se busquen soluciones a los problemas. Oiga, es que España siempre tuvo mucho paro, oiga es que en el pueblo siempre se hicieron así las cosas, oiga es que debe haber un "respeto democrático", oiga es que si el nieto del conde del Floripondio está en ese consejo de administración es porque "vale". Ya.

Cri cri.

¿Achacamos nuestros problemas sociales y económicos a la crisis de la última década? Dije antes que repasaba hemerotecas. Tanto en la crisis de finales de los 70, como en la de mediados de los 80 (a la de los 90 no llegué todavía), los mismos tipos decían las mismas cosas. Pero más grave todavía es que si lees periódicos del XIX (busca en la Biblioteca Nacional), te encuentras nuevamente los mismos apellidos y los mismos problemas: problemas crónicos que tienen que ver con la desigualdad y con la protección a gremios e industria. Durante el tercio central del siglo XX tuvimos una dictadura, tras su fin plácido en la cama de un hospital, todos los problemas se achacan a ese periodo. Ciertamente la dictadura cambió muchas cosas en este país, pero casi lo único que no cambió fue lo más importante: quién toma las decisiones. No, el régimen republicano previo tampoco cambió una miserable coma de quién escribe la historia. Y ahí seguimos, con la coartada del franquismo.
Insisto en que hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes es la definición de locura.