Así, la ausencia de alimento desconcierta de tal manera a la colectividad de paramecios, que entra en un estado crítico de tal magnitud que llega a colapsarse.
Pero la naturaleza es sabia y cuando esto sucede induce un reajuste completamente natural. Así, los paramecios, aislados y hambrientos, se revuelven contra sí mismos y depuran a los más débiles en un proceso denominado autofagocitación social que puede durar varios meses.
Una vez estabilizada la población de paramecios, las amebas dejan de sentirse en peligro, entran en su estado de letargo habitual y vuelven a ser pastoreadas por los ladinos paramecios.
Este ciclo que se repite periódicamente en función del grado de desarrollo paramécico.
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