El país del miedo

Publicado el 07 mayo 2014 por Aleon @Aleonpizarro
de Isaac Rosa.


Elegí la lectura de este libro porque se ha estado grabando hace unas semanas en Badajoz la película  de este libro y, como ya os comenté, mi despacho se convirtió por una mañana en el despacho del protagonista principal. En esta noticia podéis ver algo más de información sobre esta grabación en la ciudad.
No había leído nada de Isaac Rosa más allá de que suelo leer sus artículos en el eldiario.es porque me gusta como escribe y su espíritu crítico. Me parecía fatal que no tuviera idea del libro ni de que iba a ir la película, así que me lancé a su lectura.


Título: El País del Miedo.Autor: Isaac Rosa.Editorial: Seix Barral, 2008Página: 320.
Resumen oficial.
¿Qué te asusta? ¿De qué tienes miedo? 
El país del miedo es un lugar imaginario donde se haría realidad todo lo que tememos. Carlos sabe bien cómo sería el suyo; vive asustado. Sus temores son muy comunes: recibir una paliza, ser asaltado, que entren en su casa mientras duerme, que rapten a su hijo; pero también teme la agresividad de sus vecinos, a los adolescentes violentos, a los pobres, a los extraños. 
El país del miedo indaga en el origen de ese miedo ambiental. Esta novela inquietante e intensa descubre cómo se construyen y propagan los temores, y el peso que los relatos de ficción tienen en la extensión de un miedo que acaba siendo una forma de dominación, que nos lleva a aceptar formas abusivas de protección y a respuestas defensivas que nos hacen sentir más vulnerables.
A raíz de la desaparición de dinero y objetos personales en su casa, Sara y Carlos descubren que su hijo Pablo está siendo víctima de acoso escolar. El cambio de instituto del responsable de estos abusos no soluciona el problema: ni el niño ni tampoco su padre son capaces de afrontar el miedo y acaban ocultando la gravedad de la situación a Sara. De este modo, la mentira va creciendo y con ella el poder del adolescente violento. La solución llega de la mano del cuñado de Carlos, un policía que sustituirá la antigua extorsión por otra nueva, ejecutada por él mismo.
Impresión personal.
Enfrentarme a esta reseña es casi constatar mis propias contradicciones personales. Podría hacer perfectamente dos reseñas, una hiperpositiva porque realmente creo que es una obra excelente que en forma de novela nos pone delante de una cuestión tan cotidiana que obviamos como el miedo que sentimos (consciente e inconsciente) y otra, no tanto, porque no es el libro que yo esperaba y con cuyos personajes no me identifico porque en ese afán de demostración real de lo que vivimos a diario, son personajes exagerados que a mi, al menos, me parecen excepcionales. Por este segundo motivo, me ha costado un poco terminar la novela. Me cabreaba (si me cabreaba) encontrarme de nuevo con Carlos y sus miedos y más de una vez he dejado el libro enfadada con su actitud y lo imposible que me resultaba la situación. En este sentido, creo que juega en contra de Carlos, el protagonista, el hecho de que es imposible que yo me identifique con él jamás porque no soy nada miedosa; al revés, muy atrevida y jamás se me pasa por la cabeza que pueda pasarme algo cuando me aventuro en "zonas" de las que nombra el libro susceptibles de hacernos sentir miedo.
El libro se estructura en dos partes que se van intercalando capítulo a capítulo. Por un lado, tenemos la historia que le va pasando a Carlos, Sara y Pablo, su hijo de 12 años.  Una familia de clase media con una vida normalísima, que vive en un barrio "normal", en un piso "normal" frente a un parque que frecuentan adolescentes a determinadas horas, horarios y vidas laborales rutinarias, compras en el centro comercial, cine, visitas familiares, etc. No obstante, cuando Carlos y Sara se percatan de que su hijo está siendo maltratado por un adolescente en el Instituto, obvian la denuncia a la Policía y comienza un "calvario" con el acosador en el que se dan tres actitudes diferentes: Sara, aparentemente engañada por su marido y su hijo, se vuelve "ciega y sorda" y no se percata de que la situación, no sólo no ha mejorado sino que ha ido a peor. Es la típica a la que aplicar el refrán de "ojos que no ven, corazón que no siente" porque resulta increíble que desde que ocurre el
maltrato no perciba lo que le pasa a su hijo y a su marido. Pablo, el niño de 12 años, es quizá el que tiene una actitud razonable para su edad. Es un niño acosado y maltratado por un bravucón con lo cual es normal que tenga miedo de ir sólo al Instituto, de volver sólo, de salir a la calle a jugar con otros niños, sobre todo, cuando la actitud del padre, que es quien más tiempo pasa con él, es de total protección, de ocultación pactada de lo que está realmente pasando (un secreto entre padre e hijo para que la madre no se entere), de cobardía exagerada ante unos menores que como se suele decir "no tienen ni media bofetada" y de persona, a su vez acosada y literalmente, muerta de miedo ante ellos. Con un padre así, ¿que niño puede dejar de sentir miedo y enfrentar los problemas? Por eso, Carlos me ha cabreado todo el rato. Un tipo que vive en, desde y para el miedo. Miedo al dolor, miedo a la oscuridad, miedo a viajar a lugares desconocidos, miedo a lo que puede pasar, miedo al que dirán si ven que soy cobarde, a denunciar, al ridículo y, sobre todo, a educar para que su hijo no sufra lo mismo que él. Y con todo eso a cuestas, aparentando diariamente normalidad. Es un personaje exagerado, creo que deliberadamente por el autor, y por eso me ha caído mal desde el principio. Para mi es impensable pensar que un gamberro de 13 años pueda dar miedo y extorsionar a un tío hecho y derecho de esa manera, que le haga cambiar su manera de vivir hasta el punto de no salir a la calle con su hijo, de cambiar de centro comercial, sus horarios de trabajo, la manera de entrar en su casa y de que toda su vida gire alrededor de si se lo encuentra o no se lo encuentra, además de ocultarle todo a su mujer y mentirle continuamente. Es tan cobarde y miedoso, que la situación que vive con el niño de 13 años acaba solucionándoselo su cuñado que es Policía, quien repite a su manera, el control sobre él y la extorsión.
La otra parte de la novela, que se alterna con la historia que vive la familia, diría que es tipo ensayo. Muy rica en contenidos y ejemplos con los que, te guste o no te identificas. ¿quién no tiene miedo si vas por la calle y te cruzas o ves venir una pandilla de gente sucia y con ropa vieja? si entras en un parking con luz tenue y en silencio, ¿quien no piensa que alguien saldrá de una columna o de un coche y te abordará?, ¿si acabas paseando por una zona oscura de la ciudad o por un parque solitario de noche? ¿o por barrios pobres o donde viven otras razas? Si no miedo, al menos inquietud. A veces son simplemente flashes rápidos que se te viene a la mente y se te van en un segundo, pero están ahí. Meter la llave en la cerradura del portal y zas!!! piensas que alguien entrará contigo.
En realidad, esta parte nos sitúa y dibuja perfectamente lo que nos pasa a todos en la actualidad. Vivimos todos en un entorno tan deshumanizado y depredador que el miedo intentamos obviarlo no viendo; haciendo como Sara, ignorando que lo que está pasando nos afecta o nos puede afectar, volviendo la cabeza hacia otro lado... pero el miedo está ahí.
Isaac Rosa lo radiografía, mejor aún, le hace un "tac" y va identificando en cada capítulo los tipos de miedo que tenemos, los lugares que nos dan miedo, las personas que nos provocan miedo, las situaciones, los cuentos que nos contaron para que tuviéramos miedo (el hombre del saco, la bruja, el coco, ...) y todo ilustrado con ejemplos en los que te ves retratado de alguna forma, aunque sólo sea de pensamiento.
Es una novela muy bien escrita y construida, pero más que una novela yo diría que es una mezcla entre ensayo y testimonio global. No es una novela al uso, de las que leemos habitualmente para entretener. Es una novela para pensar, incluso para rectificar algunas aptitudes y predisposiciones que solemos tener. Un novela que nos enfrenta a nuestra realidad diaria, a esa realidad de la que pretendemos huir obviandola.