Por Ernesto Pérez Castillo
El único animal que tropieza dos y tres y cuatro veces con la misma piedra es el periódico español El País. Claro que tropieza porque no le queda de otras, ya que no puede sacarse la piedra del zapato, pues la piedra en este caso es Yoani Sánchez, y es que fueron ellos quienes la sembraron ahí.
Parece ser que parece que alguien en el más allá –ese paraíso que queda a noventa millas y poco más al norte del malecón habanero– le ha dado luz verde a la blodeguera para mencionar, de refilón, la presencia de la ilegal Base Naval de Guantánamo en territorio cubano. Ello le daría algo de credibilidad, se supone, pero, eso nunca, no debe pasarse de la raya al punto de mencionar las torturas que son el pan del día a día de los allí detenidos.
Así resulta que en su visión especialísima, el campo de detención y torturas que el gobierno norteamericano se costea en Cuba, ese, no es el problema para Yoani. Que va… según ella el problema real es el campo minado con el cual Cuba defiende su frontera, de donde han partido numerosas provocaciones que han costado la vida a más de un cubano.
Pero todo eso es agua pasada, y sobre ello no vale la pena el tecleteo. Lo novedoso, lo increíble, lo impensable –para ser exacto: lo imperdonable– es que cuando Yoani Sánchez se refiere a las personas que la CIA ha secuestrado en medio mundo y, después de torturarlas para nada, las ha tirado al olvido allí en Guantánamo por no tener nada peor que hacer con ellas, la blodeguera dice que: “llevan uniformes anaranjados, purgan largas condenas y son aludidos con frecuencia en los medios extranjeros”.
Ya se sabe que Yoani Sánchez es tan ignorante que ni siquiera sabe que no sabe, pero eso de decir que las personas retenidas en Guantánamo “purgan largas condenas” es el colmo de la inopia –si no de la mala leche y la perversidad–, porque si algo no han recibido jamás de los jamases los presos de Guantánamo es condena alguna de ningún tribunal. De hecho, no han ido a juicio. Es más, hasta el sol de hoy, y desde el primer día de sus secuestros, nunca han sido formalmente acusados de nada.
Encima, la blodeguera al comentar sobre ellos aventura: “debieron esperar años para que se aclarara su identidad y poder irse de vuelta a casa”, y también: “Quizás alguno de ellos lograba divisar desde su celda los límites de la base naval donde estaba recluido”.
Nótese el uso de la conjugación de los tiempos verbales que hace la filóloga estelar, siempre abusando del pretérito y del copretérito, como si ya en el soleado presente los presos no estuvieran allí. Pero allí están, y esa es la dura y oscura realidad que Yoani no podrá escamotear, ni siquiera si se atreviera con el poscopretérito del futuro subjuntivo.
Es insólito es que en las mismas páginas donde se amplifican las divagaciones de Yoani, hayan aparecido antes los cables de WikiLeaks sobre Guantánamo, con la cifra exacta de cuántos permanecen allí, a qué torturas han sido sometidos y en base a qué acusaciones fueron detenidos, como es el caso de Mohamed el Garran, llevado a la prisión luego que un delator dijo que formaba parte de la célula de Al Qaeda en Londres, y nadie se fijó en el detalle de que el Garran contaba solo once años cuando se le suponía preparando macabros atentados y, además, nunca estuvo en el Reino Unido.
Que Yoani diga y repita y se caiga de espaldas con sus disparates, eso es cosa de ella, pero que el periódico El País –que se supone tenga editores y correctores y confirme cada coma antes de llegar a la página impresa– le siga la corriente y se los publique sí que deja muy en claro cómo son las cosas de Prisa…
Tomado de Haciendo las cosas mal