Palacio de la Aljafería, palacio fortaleza de los reyes musulmanes de Zaragoza, que en su momento de esplendor debió ser una de las obras más suntuosas de la edad media europea. Construido por el rey taifa Ahmed al-Muqtadir (1047-1081), fue ampliado por diversos reyes cristianos, utilizado como cárcel por el tribunal de la Inquisición y como cuartel desde 1772. A partir de este momento fue expoliado sucesivamente (en 1862 se destruyeron la capilla erigida por Pedro IV y la mayoría de las decoraciones árabes) hasta fechas recientes, cuando se ha acometido su restauración.El recinto exterior, sin precedentes en la arquitectura militar hispanomusulmana, era un cuadrilátero amurallado de 80 × 65 m, sobre una extensión llana, jalonado por doce torreones cilíndricos y una imponente torre del homenaje rectangular. Esta última, llamada del Trovador, domina con su mole de ladrillos sobre un basamento de sillería (los muros interiores oscilan entre 6 y 3,5 m de espesor) el conjunto interior de patios y jardines. Aunque se han ido reconstruyendo diversas salas a partir de los restos arqueológicos, el principal tesoro conservado es un pequeño oratorio de planta cuadrada ochavada en las esquinas. En su chaflán suroriental aparece el mihrab, enmarcado por uno de los pocos arcos de herradura califal (con dovelas alternadas y alfiz) del conjunto, dando paso a una cupulilla gallonada. El resto de los arcos son mixtilíneos, otra atrevida innovación que rompió con el sentido estructural de las arquerías califales y les confirió una clara y exuberante expresión ornamental.
Palacio de la Aljafería, palacio fortaleza de los reyes musulmanes de Zaragoza, que en su momento de esplendor debió ser una de las obras más suntuosas de la edad media europea. Construido por el rey taifa Ahmed al-Muqtadir (1047-1081), fue ampliado por diversos reyes cristianos, utilizado como cárcel por el tribunal de la Inquisición y como cuartel desde 1772. A partir de este momento fue expoliado sucesivamente (en 1862 se destruyeron la capilla erigida por Pedro IV y la mayoría de las decoraciones árabes) hasta fechas recientes, cuando se ha acometido su restauración.El recinto exterior, sin precedentes en la arquitectura militar hispanomusulmana, era un cuadrilátero amurallado de 80 × 65 m, sobre una extensión llana, jalonado por doce torreones cilíndricos y una imponente torre del homenaje rectangular. Esta última, llamada del Trovador, domina con su mole de ladrillos sobre un basamento de sillería (los muros interiores oscilan entre 6 y 3,5 m de espesor) el conjunto interior de patios y jardines. Aunque se han ido reconstruyendo diversas salas a partir de los restos arqueológicos, el principal tesoro conservado es un pequeño oratorio de planta cuadrada ochavada en las esquinas. En su chaflán suroriental aparece el mihrab, enmarcado por uno de los pocos arcos de herradura califal (con dovelas alternadas y alfiz) del conjunto, dando paso a una cupulilla gallonada. El resto de los arcos son mixtilíneos, otra atrevida innovación que rompió con el sentido estructural de las arquerías califales y les confirió una clara y exuberante expresión ornamental.