El Palacio de Liria

Por Vintagebyl_l @VintageByL_L

Un paseo por la Historia de España …

Casi cuatro años esperando este momento pero, la verdad, la espera ha merecido la pena. El viernes 10 de mayo, a las 10 de la mañana, tenía una cita muy especial. Acudía a una visita guiada al Palacio de Liria.

Cuando realicé la reserva a medidos del año 2009 nunca imaginé que la lista de espera sería tan larga. En marzo recibía un mail del Patronato de la Casa de Alba anunciándome que tenía cita, y casi hasta se me había olvidado que tenía hecha la reserva después de más de cuatro años esperando.

Debo reconoceros que he estado bastante nerviosa a lo largo de esta última semana, expectante por la llegada de ese momento y por todo lo que iba a encontrarme en esa tan deseada visita.

A las 10 en punto se abrían las puertas del jardín del palacio y nos recibía el guía asignado por el Patronato. Él fue el encargado de darnos todas las explicaciones y aclarar todas nuestras preguntas.

Nada más traspasar las puertas de la entrada principal del palacio, quedas impresionado por el hall de acceso, las escaleras, los techos, las esculturas y cuadros … todo es majestuoso. No sabía muy bien dónde mirar durante el recorrido que nos llevó hasta la primera planta donde nos aguardaban una serie de salones, cada uno de ellos con un nombre muy especial.

En el primer salón la armadura de gala original del Conde Duque de Olivares -emparentado con la Casa de Alba- la misma que vestía cuando fue retratado por Velázquez. Impresiona verla tan reluciente y tan flamante en un rincón de la sala.

En otro rincón cuelga un facsímil de la sentencia a muerte de María Estuardo, firmada por Isabel I de Inglaterra. Curiosamente la Casa de Alba entroncaría con su familia  siglos después en 1892, a través del 7º Duque de Berwik Carlos Miguel Fitz-James Stuart y Silva, como XIV Duque de Alba.

Desde aquí pasamos al “Salón Italiano”. Volver a admirar el Fray Angélico que había visto en la exposición Casa de Alba en el Palacio de Cibeles, pero ahora ocupando su lugar original es algo muy emocionante. Junto a él un dibujo de un discípulo de Leonardo (creo que era original de Leonardo) que no solo me impactó a mí si no que hizo las delicias del resto de los visitantes. Y junto a esta obra maestra, uno de los cuadros preferidos de la actual duquesa: un pequeño Perugino.

Desde aquí al “Salón Goya”, donde nos aguardaban un magistral autorretrato de Mengs, una soberbia colección de miniaturas y, por supuesto, el famoso retrato de María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, XIII Duquesa de Alba, realizado por Goya. Ya había podido disfrutar de ellos en la exposición de Cibeles, pero sentí la misma emoción que si los viera por primera vez. Como curiosidad, en esta sala aparece la mesa de despacho del emperador  Napoleon III, que  durante la guerra civil española pasó a manos de Serrano Suñer. Nos contaba nuestro guía que costó bastante que fuera devuelta a la Casa de Alba. También en este salón, en aquella época dormitorio, fallecía en 1922 la Emperatriz Maria Eugenia de Montijo, hermana de la que en ese momento era la Duquesa de Alba, y que donó mobiliario y obras a la Casa de Alba, entre ellas la mesa del su esposo Napoleón III anteriormente citada.

Después nos aguardaba el “Salón Flamenco”, en él nos recibe una majestuosa lámpara de porcelana de Meissen, adquirida hace relativamente poco por la actual Duquesa, que ilumina obras de Rubens y Rembrandt y otros famosos pintores flamencos. Sobre la chimenea llama mi atención un impresionante espejo.

Seguimos recorriendo el pasillo y no sé dónde fijar la mirada: sillas, mesas, espejos, relojes -todos en hora- cientos de figuritas de porcelana y otros materiales encima de los muebles … Todo es abrumadoramente bello. Es como dar un paseo por la Historia de España desde el siglo XIV al que se remonta la Casa de Alba.

Nos cuenta nuestro guía que un relojero acude cada semana a dar cuerda a todos los relojes de palacio y revisar que se encuentren en perfecto estado de marcha, y cómo una de las empleadas de la casa conoce dónde está colocado exactamente cada uno de los objetos de la colección. Algo que me parece increíble ya que los hay en cantidades inimaginables. La colección de porcelanas, miniaturas, marcos, lámparas, apliques, tapices, alfombras es impresionante. De verdad que me quedé sin palabras.

Pasamos al “Salón de Batalla” o “Salón del Gran Duque”. Nos cuenta el guía que es su preferido. Un salón sobrio, masculino, decorado en tonos burdeos y con un impresionante techo dorado traído del castillo de Peñaranda de Bracamonte (me pareció entender). Esta sala es un recorrido por los inicios del Gran Ducado, podemos admirar  una curiosa tabla hispano-flamenca con la figura del Gran Duque de Alba -3er. duque de Alba- pintado por Tiziano, algún retrato del 2º Duque de Alba y entre todos destaca un Rubens, una obra magistral del 2º Duque de Alba, que en este momento se encuentra preparado para viajar a Francia cedido para una exposición en Paris. Sobre las paredes una fantástica colección de tres tapices bruselenses tejidos con hilo de seda y oro -estimando en unos 5 kgs. el peso en oro de cada uno- representando la batalla de Jemmingen.

Después “El Salón Español”, en el que destaca un retrato de la infanta Margarita -una de las famosas meninas- pintada por Velázquez, un Cristo de El Greco, un Zurbarán, un  Murillo y un Ribera… Ya os podéis imaginar que no sabía dónde fijar mi atención ante tanta maravilla.

Desde aquí pasamos al “Salón Zuloaga”, con los dos retratos de los padres de la actual Duquesa y otras obras del famoso pintor valenciano. En esta sala se encuentra la otra mesa de despacho legada por Eugenia de Montijo tras su muerte, esta perteneciente a Napoleón Bonaparte. Nos cuentan que ésta se encontraba en el despacho de Francisco Franco en El Pardo, llevada allí tras la Guerra Civil española.  En una audiencia dada al entonces XVII duque de Alba, padre de la actual Duquesa,  este le hizo ver a Franco que esa mesa era suya, lo que pudo demostrar al lograr abrir un cajón secreto que Franco no sabía ni por asomo que existía y que mantenía aún documentación personal del Duque, lo que le permitió recuperarla.

Terminamos el paseo de los salones en el “Salón de los Amores”, pura decoración de estilo francés e imperio, porcelana de Meissen, de Sevres y una colección de muebles Luis XV impresionante.

Después visitamos al comedor, desde donde podemos admirar el precioso jardín tipo parterre francés y, por último, el “Salón de Baile”. Las paredes de este salón se encuentran presididas por los dos tapices de Eugenia de Montijo y Napoleón III.

Y aquí termina nuestra visita. Casi una hora que no olvidaré nunca. Luego aproveché los cinco minutos que nos dejaron para hacer un par de fotos en los jardines y, por supuesto, a la aldaba de la puerta principal. Pero desgraciadamente, sin querer, borré todas las fotos de ese día con lo que no os puedo dejar ningún testimonio de mi visita.

La visita es gratuita y, aunque la espera nunca se sabe de cuánto tiempo puede ser, os aseguro que merece totalmente la pena.

Imágenes:

Wikipedia y Madrid Ociogo