Palacio del Buen Retiro, conjunto palaciego mandado construir por el conde-duque de Olivares en las afueras del Madrid del siglo XVII como residencia del monarca español Felipe IV.Sus obras comenzaron en 1633, según trazas de Alonso Carbonell, quien llevó a cabo una arquitectura sobria, sencilla, con un esquema que respondía a la típica construcción barroca de los Austrias de grandes patios rectangulares porticados con dependencias en torno a ellos. Sin organización previa, estos patios se van adosando al palacio de forma arbitraria. Esta arquitectura contenida, elegante, apunta en cierto modo hacia un tipo de palacio rural, con sus amplios patios que parecen de labor. Muros lisos, con plementería de ladrillo combinada con piedra en las esquinas o en las embocaduras de las ventanas, y lienzos regulares de ritmo ininterrumpido. Actualmente sólo se conserva una crujía, donde se aprecian las características que se han reseñado y que permite entrever las influencias de la arquitectura del maestro Juan Gómez de Mora, dividiendo la fachada horizontalmente en tres zonas y regulando su trazado en función de los interiores que protege. Este tipo de barroco sereno se extiende también a los jardines, desvinculados ya de las reminiscencias francesas, donde encontramos formas recuadradas más o menos geométricas, pero exentas de igual manera de distribuciones previamente planificadas.
Palacio del Buen Retiro, conjunto palaciego mandado construir por el conde-duque de Olivares en las afueras del Madrid del siglo XVII como residencia del monarca español Felipe IV.Sus obras comenzaron en 1633, según trazas de Alonso Carbonell, quien llevó a cabo una arquitectura sobria, sencilla, con un esquema que respondía a la típica construcción barroca de los Austrias de grandes patios rectangulares porticados con dependencias en torno a ellos. Sin organización previa, estos patios se van adosando al palacio de forma arbitraria. Esta arquitectura contenida, elegante, apunta en cierto modo hacia un tipo de palacio rural, con sus amplios patios que parecen de labor. Muros lisos, con plementería de ladrillo combinada con piedra en las esquinas o en las embocaduras de las ventanas, y lienzos regulares de ritmo ininterrumpido. Actualmente sólo se conserva una crujía, donde se aprecian las características que se han reseñado y que permite entrever las influencias de la arquitectura del maestro Juan Gómez de Mora, dividiendo la fachada horizontalmente en tres zonas y regulando su trazado en función de los interiores que protege. Este tipo de barroco sereno se extiende también a los jardines, desvinculados ya de las reminiscencias francesas, donde encontramos formas recuadradas más o menos geométricas, pero exentas de igual manera de distribuciones previamente planificadas.