El Palais Royal de París, pocos reyes y muchas prostitutas

Publicado el 07 octubre 2019 por Ad Absurdum @AdAbsurdumBlog
En el año 2018 más de diez millones de personas (que se dice pronto) visitaron el Museo del Louvre y, sin tener datos fiables, estamos seguros de que la mayor parte ignoraban que muy cerquita, hacia el norte, se encontraba el Palais Royal, y buena parte de quienes lo conocen ignoran una parte un tanto picante de su historia. Y es que la austeridad y el ambiente agradable que hoy se respira en sus visitas turísticas, no permite sospechar qué fue de aquel lugar en el pasado.

Palais Royal en la actualidad.

El Palais Royal, a pesar de su nombre, tan solo acogió a un monarca, concretamente a Luis XIV, que se convirtió en rey de Francia con apenas cinco añitos y se tuvo que hacer cargo del gobierno del país como regente su madre, Ana de Austria. Pues bien, fue durante ese período de regencia durante el cual Luis XIV se alojó en este palacio, convirtiéndose así en el primer y último rey en hacerlo.

 📝👉Seguro que has visto más de una vez a Luis XIV en los típicos listados de periódicos y revistas de los reinados más largos de la historia (con 72 años), pero no hay que perder de vista el dato de que Luis XIV comenzó su reinado con cinco años, por lo que buena parte de su mandato estuvo en manos de regentes. En realidad Luis XIV nació en 1638, pero no se le consideró mayor de edad hasta 1651 y se le coronó en 1654.

Entonces ¿qué fue del Palais Royal? Pues en las décadas siguientes sus jardines se abrieron al público, muchas de sus salas fueron empleadas para celebrar conciertos, obras de teatro, etc. Pero fue en 1781 cuando el palacio empezó a tener más… «vidilla».En 1780 recibió la titularidad del edificio el duque de Chartres y de Orleans, endeudado y arruinado a más no poder, que decidió salir de su situación económica gracias a su nuevo palacio. Para ello propuso una reforma del mismo que lo convertiría en una especie de enorme centro comercial con tiendas, bares, salas de celebraciones, etc. En 1781, su primo, el rey Luis XVI dio el visto bueno al proyecto y comenzaron las obras.En pocos años el Palais Royal se convirtió en uno de los puntos más atractivos de la capital francesa, con salas de espectáculos, miles de tiendas, bares, ¡hasta un circo! Quien visitaba París no podía decir que lo había hecho si no había estado en el palacio. De hecho, el editor y político Lamothe-Langan llegó a decir que «París es la capital de Francia, el Palais Royal es la capital de París».

Interior de las galerías del palacio.

Ya te habrás dado cuenta de la cronología que estamos manejando, y quizá esperes que la Revolución francesa pusiera punto final a la época dorada del complejo, sin embargo no fue así, fueron precisamente los años comprendidos entre la revolución de 1789 y la de 1830 los de mayor agitación entre aquellas paredes.Durante la revolución el palacio siguió conservando su importancia: siguió celebrando espectáculos que iban desde óperas a sombras chinas, pasando por títeres y el primer museo de cera del mundo. Algunos de los mejores restaurantes de Europa se encontraban en las galerías del Palais Royal. Mientras que las boutiques iban desde tiendas de alimentación a librerías, pasando por joyerías y tiendas de ropa de algunos de los modistos más importantes del momento. Pero una de las actividades que más vida daba al recinto era la prostitución.Por las noches y, si sabías moverte, en algunos rincones también por el día, el Palais Royal se convertía en el «marché aux putains», y cientos de hombres acudían como moscas a las mujeres de vida alegre que trabajaban en los mismos lugares por los que un día jugó un Luis XIV que apenas levantaba unos palmos del suelo. Algunos de los personajes más conocidos de la Europa de aquellos años pasaron por entre las piernas de las mujeres del complejo. De hecho, el mismísimo Napoleón cuenta que allí perdió la virginidad, y que pasó varios años frecuentando a aquellas señoritas antes de encontrar pareja.
Y aquellos hombres no solo venían de los barrios circundantes, sino de los lugares más lejanos imaginables. El Palais Royal se convirtió en el principal punto de encuentro del turismo sexual, a la altura del Barrio Rojo de Ámsterdam o de determinadas zonas de Bangkok o La Habana. Tanto es así, que como también ocurre hoy en día en esos otros lugares, la estafa estaba a la orden del día.Tanta era la oferta, tanta la demanda y tanta la estafa, que en los años previos al Terror (que no invitaba mucho a hacer turismo por las calles de París), alguien que no reveló su identidad publicó una guía práctica bajo el título Lista de remuneraciones de las damas del Palais Royal, y distrito, y de las otras regiones de París, incluyendo nombres y direcciones.El título descriptivo era, y largo también, pero es que el contenido no era menos detallado. Así, si nos atenemos al interior del Palais Royal, encontramos que según el autor, en aquellos últimos años del siglo XVIII podríamos haber contratado los servicios de La Paysanne por tan solo seis libras, aunque matiza que tan solo es posible contratarla durante el día, pues prefiere reservar las noches para dormir.Ahora, si hubiésemos buscado algo más elevado, podríamos haber acudido al salón número 33, donde trabajaban Madame Dupéron y cuatro mujeres, para contratar un servicio por veinticuatro libras. Y es que en el Palais Royal, como fuera de él, los negocios de toda clase iban de lo más barato y austero a lo más caro y lujoso.

Prostitución en el Palais Royal en un grabado de 1815.

A tal punto de detalle llega la guía, que incluso encontramos recomendaciones como que no conviene acercarse a una prostituta llamada Georgette cuando bebe alcoholY nos habla de otra trabajadora del sexo comprometida con la revolución hasta en sus tarifas, pues cobraba doce libras a los maduros de clases altas y la mitad a los jóvenes revolucionarios. Esta mujer, llamada La Bacchante, ofrecía además un servicio especial que consistía en acompañar durante una semana a los extranjeros para guiarles en sus compras y paseos por la Ville Lumière.En los años más convulsos de la revolución, las principales actividades del complejo palaciego, y en especial la prostitución, no se resintieron. Es más, el lugar se fue adaptando a los cambios, hasta el punto en que fue reconocido como la Maison Égalité (Casa de la Igualdad). Incluso el mismo propietario, el duque de Chartres y Orleans, comenzó a referirse a sí mismo como Philippe Égalité.Comprometido con las ideas revolucionarias, el señor Igualdad llegó incluso a votar en 1793 a favor de la condena a muerte de su primo, Luis XVI. Sin embargo sus esfuerzos fueron en vano, pues apenas un año después él corrió la misma suerte patrocinada por Robespierre y su guillotina.

 📝👉Curiosamente, tras la revolución de 1830, el hijo de Philippe Égalité, Luis Felipe III de Orleans, se convirtió en rey de Francia, siendo este el último rey de la historia del país vecino.

Tras El Terror y con la pérdida de visitantes que registró París en los años siguientes, buena parte de los negocios del Palais Royal se resintieron, y algunas de las salas de espectáculos comenzaron a trasladarse al exterior, a las grandes avenidas. Sin embargo, la prostitución y el juego no perdieron fuelle.Aunque hasta entonces estas actividades habían tenido que convivir con las de un centro comercial cualquiera, en 1822 la prefectura de policía prohibió la prostitución en el interior del palacio entre el 15 de diciembre y el 15 de enero para que las mujeres pudieran hacer sus compras sin ser molestadas. La medida se fue ampliando y en 1830 la prostitución en el Palais Royal se prohibió definitivamente.En aquel mismo año, en 1830, estalló una nueva revolución en Francia que, esta sí, afectó al palacio y sus negocios. No obstante, pese a las pérdidas, el complejo pudo resistir unos años más, pero en la revolución de 1848 fue completamente saqueado. Tras el saqueo, el Estado intervino y se convirtió en patrimonio nacional. Desde entonces el palacio ha servido para acoger exposiciones de arte, congresos, distintas instituciones y organismos, etc., pero nunca ha vuelto a registrar tanta actividad y trasiego como en aquellos locos años de la revolución.



  • Perrottet, Tony (2010). 2500 años de historia al desnudo. Martínez Roca.
  • Isherwood, Robert M. (1986). Farce and Fantasy: Popular Entertainment in Eighteenth-Century Paris. Oxford University Press.

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