"El Pana", la coyuntura en la Tauromaquia actual...

Por Pasifae
   Es cierto que El Pana es un ejemplar taurino muy peculiar, un apestado por genial y genuino, por borracho, por jodido, por artista, por loquito, por antiguo, por maletilla, por otras tantas que usted señor lector podrá añadir a la lista.
   Este hombre que al hablar pareciera ser un ente muy aparte de Rodolfo Rodríguez y de El Pana, y al mismo tiempo se considera como su propio moderador en la "lucha" encarnizada entre estos dos seres: el primero un borracho sin remedio, el perdedor que arrastra al genio, el vicioso que destroza el cuerpo; el segundo un artista enjaulado en un cuerpo avenjentado, un maletilla que ha soportado el rechazo incesante de empresarios y toreros envidiosos de su arte, un dotado que "se da su taco" cada que puede; nos hechiza cuando le susurra el duende.
  Y después de vivir en el olvido por mucho tiempo -aunque de vez en vez se le veía por una plaza de segunda (como el Relicario) que le daba "chance" de torear una o dos tardes cada dos o tres años- El Pana (gracias a la labor de convencimiento que el Joven Murrieta realizara con la empresa de la Plaza México) obtiene fecha... 7 de enero de 2007... para y sólo para, despedirse definitivamente, casi como gesto de buena voluntad, como un detalle para el enfermo terminal.
  Sus seguidores estaban pidiéndole a los duendes que le "echaran la mano", que les tapara la boca a todos los que lo malquisieron. Yo me incluyo. Desde niña, la figura de El Pana era como el recuerdo de cosas mágicas de un pasado apagado, de un pasado que no conocía y que llegaba de a poco en sus desplantes toreros que rompían con el canon, en ese rostro medio desencajado pero que parecía. aún de lejos, lleno de ilusiones taurinas. A veces cuando no le iba nada bien escuchaba cómo mi papá y mi abuelito hablaban de él  como quejándose, hablaban de sus vicios, de sus "payasadas", pero al final decían que ojalá para la próxima El Pana sí cumpliera...
 

  Y con los años cumplió, se entregó por completo aquel 7 de enero, qué tarde!... señores: si no lo han visto véanlo en el video de arriba, ese es primer toro, desde el brindis hasta casi el final de la faena estuvo "de los dioses" o de los duendes como dirían los taurinos... Con más de cincuenta años El Pana se colocó en la historia de la tauromaquia mexicana -tal vez mundial- como un punto coyuntural, tras su hazaña la tauromaquia tomó o comenzó a tomar otro rumbo, uno más fiero, uno con más arte, uno con más afición. Porque El Pana conmovió no sólo con su historia sino también con su toreo, paso de leyenda urbana a cuasi héroe nacional, hasta el presidente le llamó por teléfono y lo invitó a los Pinos (La casa presidencial) tradición que se había perdido. Y el tendido lleno de su gente, de aficionados neutrales, de sus detractores, de morbosos, de villamelones, de turistas, le aplaudió, le gritó "torero!" y lo dejó dar siete vueltas, le aventó un bastón que a la fecha se les presta para dar la vuelta al ruedo sólo a los triunfadores...
Con su coleta natural, su arribo en calesa, sus pasos arrastrados para asegurar la huella de su andar, el puro de vainilla, su cara seria, seca, recia, pero con ojos de niño burlón, de loco tras un trincherazo... con eso y su historia arrabalesca, casi imposible de creer pero verdadera completamente, El Pana inspiró a Morante de la Puebla, a José Tomás, a los jóvenes mexicanos, a los no tan jóvenes, a muchos aficionados, a  periodistas, a muchos, a muchos, a volver a la Fiesta con otro ánimo. Nos recordó con sus maneras qué es la emoción en la tauromaquia y cómo resbalar en las fechorías del genio taurino...