“El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Esas palabras de Jesucristo que defiende a la mujer adúltera insultada y apedreada por el populacho, son hoy utilizadas por Benedicto XVI como si intentase justificar la pedofilia de la Iglesia. Al menos, esas mismas palabras eran pronunciadas el pasado domingo por el Papa en el Ángelus de la plaza de San Pedro. Iban dirigidas a los que se atreven a criticar a la Iglesia por la riada de abusos sexuales a menores cometidos por el clero. Ratzinger pronunciaba esta frase un día después de que se hiciera pública su carta pastoral en la que pedía disculpas por los abusos cometidos por sacerdotes católicos contra menores en Irlanda, y en la que empleaba, entre otras, las expresiones de “vergüenza, remordimiento y deshonor”, aunque sin tener en cuenta la responsabilidad del Vaticano. El Papa dijo que “tenemos que aprender a ser intransigentes con el pecado, comenzando por los nuestros, e indulgentes con las personas”. La cita del mencionado pasaje bíblico en la que invitaba a todos sus fieles a “aprender de Jesús y a no juzgar y condenar al prójimo” no podía ser más desacertada.
Tampoco está muy atinado el Sumo Pontífice al tratar de atajar la pandemia de pederastia que ataja a su Iglesia. En la pastoral dirigida a los católicos, Bendicto XVI sólo habla de los irlandeses, omitiendo los casos sucedidos en las iglesias de Holanda, Austria, Suiza, Italia, Estados Unidos, España y Alemania. En su pastoral, José Ratzinger se declara “profundamente consternado” por el sufrimiento al que se han visto sometidos “jóvenes indefensos” y critica con dureza a los curas y religiosos, culpables de los abusos cometidos. Reprocha a los obispos la “inadecuada respuesta” y se muestra especialmente duro con los obispos. Pero, contrariamente a lo esperado, ni promete sanciones a los culpables ni reparaciones a las víctimas, sino que se limitaba a recordar que el problema de los abusos no es específicamente de Irlanda ni de la Iglesia.
Desde su parroquia austriaca, el religioso Udo Fischer dice que está convencido de que el Papa, ex presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex santo oficio de la Inquisición), nunca ha investigado este mal desde su raíz. “Sólo –asegura Udo– ha descubierto casos de pederastia”. En su opinión, Benedicto XVI ya hace tiempo que tenía que haber comparecido públicamente y de forma contundente y “su silencio ha sido muy dañino”. “El actual Papa tiene que reconocer su culpa porque estaba perfectamente informado y no hizo nada. Cuando, hace tres años, visitó Austria, no emitió ni una sola sílaba sobre la mayor crisis de la Iglesia en este país, durante el último siglo, ni sobre las victimas”.
Algunos de los principales diarios alemanes denuncian el “silencio” del Papa con respecto a Alemania, su país natal. El semanario Der Spiegel publicaba el sábado pasado nuevos detalles sobre el sacerdote pedófilo, Peter Ullermann, quien fuera ocultado en Baviera, cuando José Ratzinger era obispo de Munich, en 1980. Der Spiegel afirma que Ratzinger supo y calló durante su etapa pastoral en Munich y posteriormente en Roma. El cura alemán fue asignado a la comunidad local de la Iglesia de Munich. En la noticia, publicada el lunes en el Süddeutsche Zeitung, aparece por primera vez el nombre de Benedicto XVI en el escándalo de pedofilia que azota a la Iglesia católica. El portavoz vaticano, Federico Lombardi, explica que, aunque el episodio existió y fue un error, el entonces vicario de Múnich, Gerhard Gruber, que hoy tiene 81 años, asumía toda la responsabilidad de aquella decisión. Y Tagesspiegel, cabecera alemana, informa que Ratzinger habría ocultado “conscientemente” al pederasta. El Papa Benedicto XVI fue duramente criticado cuando dijo, el año pasado, que distribuir preservativos no es la respuesta para resolver el problema de transmisión de sida en África. De un Papa así, ¿qué más se puede esperar?
Ignacio Escolar refleja en su blog (Escolar.net) un artículo titulado “Por sus palabras los reconoceréis” la ideología de esta Iglesia a través de sus obispos. Alude, primero al de prelado de Tenerife, Bernardo Álvarez: “Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso si te descuidas, te provocan. Esto de la sexualidad es más complejo de lo que parece”. Escolar recuerda las palabras de Walter Mixa, Obispo de Augsburgo: “Los abusos son en parte fruto de la revolución sexual”. “Los cargos responsables en la Iglesia se adaptaron demasiado al espíritu de la época, que propagaba la resocialización en lugar de la cárcel”. Nos recuerda lo que dijo Silvano Tomasi, arzobispo y observador permanente del Vaticano en la ONU: “Dentro del clero católico, sólo entre el 1,5% y el 5% de los religiosos ha cometido actos de este tipo”. “No se debería hablar de pedofilia sino de homosexuales atraídos por adolescentes. No son pedófilos, sino efebófilos”. A continuación, cita a Antonio Cañizares, cardenal y presidente de la Congregación del Culto quien dijera: “Nos atacan para que no se hable de Dios; peor es el aborto”. Del mismo teórico: “No es comparable lo que haya podido pasar en unos cuantos colegios con los millones de vidas destruidas por el aborto”. Finalmente, Escolar trae a colación lo dicho por Alfonso Carrasco Rouco, obispo de Lugo: “La naturaleza humana es débil, frágil y tiende al pecado”. “Su tío, Rouco Varela –recuerda Escolar– no dice nada, pero una sentencia del Tribunal Supremo, sí: el Arzobispado de Madrid, que dirige monseñor, fue condenado por encubrir a un cura pederasta”. Pero la cita que lo resume todo es la del propio Papa, Benedicto XVI: “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. “Y tiene razón –concluye Ignacio Escolar–. ¿Quién no ha abusado sexualmente de un menor alguna vez? ¿Quién no ha dirigido una organización que ha encubierto a pederastas en su seno durante siglos?