Por: Tania J. Baeza
La novela de Mario Escobar nos adentra en una Europa donde la crisis económica da sus últimos coletazos. Todo está
Durante la campaña a las primeras elecciones del presidente de los Estados Unidos de Europa, en las que todo indica ganará el candidato de extrema derecha, desaparece un sacerdote con influencias en el Vaticano. Un sacerdote que había recibido un paquete de un hombre alemán recientemente fallecido. Todo hace indicar que oculta un gran secreto de los nazis.
El experto en religiones Allan Haddon, con la ayuda de la nieta del difunto alemán y un sobreviviente de los campos de concentración de Hitler, debe resolver el misterio. Parece sencillo hasta que se descubre que hay varios asesinos a sueldos siguiendo los pasos del grupo de investigadores.
El escritor, que también es historiador, crea una historia ágil, de fácil lectura porque rehuye de asfixiar al lector con multitud de datos propias de las clases magistrales de historia. La estructura elegida, de capítulos breves separados en bloque más o menos cronológicos, da ritmo a la historia.
Mientras se está leyendo uno puede imaginar cómo quedaría en imágenes. Es más, en una época de adaptaciones cinematográficas de todo tipo de historias, esta podría ser una buena elección. Con los actores adecuados incluso podría dar la sorpresa en taquillas.
Los únicos peros que le pongo son dos. Por un lado la elección de la época en la que se ambienta, 2014. Creo que hubiera sido mejor situar la historia en un futuro más lejano. Unos 10 o 20 años después, porque aunque hay coincidencias con lo que estamos viviendo actualmente, también hay importantes diferencias. La otra pega es que, en algunos pasajes y características de ciertos personajes, recuerda a obras conocidas de autores como Dan Brown. Esto no tiene porque ser negativo, cientos de lectores buscan esos paralelismos para saber que la compra de un libro será un acierto para ellos.