La razón no ha roto los mimbres de la religión. En días como hoy, la institución de las sotanas sigue viva en los escenarios de la postmodernidad. La incoherencia de su discurso con la ética occidental y la ostentación de privilegios económicos en la era aconfesional, ponen en evidencia la resistencia de la iglesia a los azotes del progreso. ¿Dónde está la razón que justifique semejante contradicción? La necesidad de sentido y justificación del error humano, sientan las bases explicativas de la sinrazón en los tiempos del presente. Hoy más que ayer, las penurias económicas han servido a los fieles de Dios para encontrar la templanza en los ruidos corruptos de la política. A través de su fe han cosido los perpuntes deshilados de su felicidad en un mundo marcado por los dictámenes de la dualidad.
El pueblo cubano. Aquellos que en su día fueron encerrados en las jaulas de su tiempo por la legitimación de Fidel. Hoy se ponen sus mejores vestiduras para hallar en sus pupilas la mirada de Su Santidad. Ríe la Habana el espectáculo esperpéntico de sus sotanas. El salvador ha llegado para saludarles e inyectarles un soplo de felicidad a unas vidas marcadas por la miseria. La justificación de sus males terrenales por la recompensa pacífica de una muerte llorada alivia el duelo de los vivos en su trance por la vida. La iglesia que les sonríe a miles de cubanos, es la misma que mira de reojo a miles de africanos que mueren cada día infectados de SIDA por no contaminar sus creencias divinas.
El Papa en Cuba. La misma tierra que sigue estática a los avances del progreso y vive angustiada con la limosna que recoge de la revolución que les salvó de Batista y los sometió a las cadenas de Castro. El Papa saluda a los cubanos. Los mismos hombres que viven sin pena ni gloria condenados al bloqueo económico de EEUU por las violaciones de los derechos humanos que su libertador ejerce en la Isla. El “papamóvil” marcha en segunda por el asfalto de unas carreteras decoradas por los viejos oldsmobile, Plymouth, Mercury, Chevrolet y Cadillac de antes del cincuenta y nueve. La imagen de Cuba es la misma fotografía de la iglesia presente. La misma piedra que sigue perenne a la evolución de los tiempos sin hallar la mano humana que la erosione.