El Papa Francisco cumplíael jueves pasado su primer año de Pontificado. Durante este tiempo, ha sido portada en diversas revistas, “Time” y “The advocate”, la revista homosexual más antigua de los EEUU, le nombraron la Persona del Año 2013. La edición americana de “Rolling Stone” le puso en portada: “Los tiempos están cambiando”, “Forbes” le calificó como el líder no político más influyente del mundo, la famosa “Vanity Fair” le etiquetó de “Papa Coraje”, el diario deportivo argentino “Olé” le dedicó una curiosa portada titulada “Ole, la otra mano de Dios” y la revista “Esquire” le etiquetó como “El hombre más interesante del mundo”.
“Hasta la llegada de Francisco –explica Julio Bárbaro, dirigente peronista con el que el Papa suele intercambiar cartas y llamadas telefónicas–, era evidente que el materialismo estaba venciendo a la fe. Ahora, la fe y la alegría que transmite el Papa están contagiando a toda la sociedad y también a los líderes que pretenden estar cerca de la gente a la que representan y gobiernan”. Barack Obama, presidente de los Estados Unidos, confirmó su visita al Vaticano. Y es evidente el efecto que produjo su entronización en el escenario político argentino. Y más precisamente en la Presidenta, quien hasta hace poco lo consideraba, sin ningún disimulo, uno de sus enemigos predilectos y que, en su primer discurso después de la noticia bomba, le dijo que se alegraba de que hubiera otro argentino trabajando por los pobres, igual que su gobierno.
El papa Francisco, le hizo sentir al Gobierno entero de la Argentina que una persona ‘es’ como ‘vive’. Es decir: que no es coherente acumular tanto dinero y propiedades en Puerto Madero o en donde sea y al mismo tiempo dar cátedra de progresismo y sensibilidad social. Ahora, Cristina y Francisco hablan más seguido después de la operación de la cabeza que le hicieron a la Presidenta. Y el Papa intercambia mensajes con dirigentes de la oposición, como Sergio Massa, Daniel Scioli y Mauricio Macri. A todos les pide lo mismo: que cuiden a la Argentina. “Les cuenta que está demasiado ocupado en ordenar las miserias de su propio jardín. Ya sabe quiénes son y seguirán siendo sus enemigos en la curia. Ya se sacó de encima al secretario de Estado Tarcisio Bertone, dueño de los secretos del poder y del dinero del Vaticano… Ahora, quienes lo apoyaron lo comprenden más”.
Francisco ya leyó los VatiLeaks. Ya se interiorizó sobre el ‘lobby gay’. Ya metió baza en el Instituto para las Obras de Religión y en la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica. Ya nombró a su Consejo de Cardenales para tratar las cuestiones más sensibles de la Iglesia hacia adentro y hacia afuera, y evitar que la curia lo deje ciego, sordo y mudo y le ponga palos en la rueda de los profundos cambios que pretende acometer. “Sigue viviendo en el hotel de Santa Marta y sigue usando los mismos zapatos. Medió con fuerza en el amasijo de sangre siria. Besa a chicos y enfermos, aparece en Times, en la tapa de la Rolling Stone y se enoja cuando dibujan, en las paredes del Vaticano, una caricatura de Superman con su rostro de abuelo bueno. Pero más allá de lo que muestra, importa más lo que hace. Y lo que está haciendo, en un año, no es poco. Y va en una buena dirección”.