Majestuoso y terco, voluntarioso y atormentado, el Papa Luna nos ofrece un momento de la Historia de la Iglesia muy problemático pero endulzado con la existencia de leyendas que se crearon durante su vida y después de muerto.
Cuentan que en las noches de luna llena su alma vaga por el castillo de Peñíscola. Entre aroma de coriandro, hinojo, anís, canela, regaliz y comino se acerca a la ventana a la que tanto se asomó en vida. Aquella que dicen que se halla en línea recta con Roma. Esa ciudad que lo deslegitimó.
El Papa Luna fue Benedicto XIIIdurante 28 años pero ni siquiera Dios pudo librarle de todas las cargas que le imputaron por antipapa y cismático.Su carácter le llevó a provocar el Cisma de Occidente; aquel en el que llegaron a convivir tres Papas al mismo tiempo.Pedro de Luna perteneció a una familia noble aragonesa. Generaciones anteriores de los Luna ya habían participado en la Batalla de las Navas de Tolosa, aquella en la que los cristianos, junto al rey de Aragón, vencieron a los moros.Cuando Pedro de Luna nació, la sociedad medieval se hallaba en plena época de cambio y transformación. Se estaba gestando una nueva sociedad que acabaría con siglos de feudalismo.Para ello se necesitaban personas valientes y decididas y Pedro de Luna participaría en este cambio hasta el mismo día de su muerte. Su lucha siempre se centró en combatir la tiranía y el poder establecido promoviendo una sociedad más justa y moderna. Como pertenecía a una familia noble y no era el primogénito le mandaron estudiar a la Universidad de Montpellier.Allí se doctoraría en leyes y se convertiría en profesor de Derecho Canónico.Cuando regresó a su ciudad natal (Illueca, Zaragoza) recibió numerosos nombramientos eclesiásticos hasta el momento que el Papa Gregorio XI lo invitara a acudir a Aviñón. Pedro de Luna se convirtió en uno de sus más fieles colaboradores del Papa Gregorio XIPero Gregorio XI murió. A partir de este momento comenzó una etapa muy difícil de entender y desentrañar en la Historia de Europa.Entramos en un período de luchas, conspiraciones, acusaciones y enfrentamientos dentro de la propia Iglesia.En Roma se reunió el Colegio Cardenalicio para comenzar a preparar la elección del nuevo Papa. Este grupo estaba formado por 16 cardenales, de los cuales, doceeran franceses. Así que todo hacía presagiar que el nuevo Papa sería francés y que la Sede Papal se iba a trasladar a Aviñón.Si esto ocurría, la ciudad de Roma iba a salir muy perjudicada económicamente por este traslado.Un grupo de ciudadanos romanos entraron dentro de la sala. Con cuchillos amenazaron a todos los cardenales que si no votaban a un Papa italiano, les cortaban el cuello.Así que estos hombres, aterrorizados por tal amenaza, votaron a Urbano VI como Papa. Era italiano.Sin embargo en esta votación, que ya de por sí, no era legal, aún faltaban por llegar seis cardenales franceses. ¡Todo un despropósito!Esta votación tan apresurada y bajo amenaza y coacción creó el Cisma de Occidente; una herida abierta que tardó años en cerrarse.Nada más comenzar su papado, Urbano VI, destacó por su carácter dictatorial lo que enfureció y mucho a los franceses.Pedro de Luna intercedió numerosas veces para intentar llegar a un acuerdo. Ante la negativa italianadeclaró abiertamente su apoyo a Franciaya que consideraba la elección de Urbano VI como una farsa.Este clima tan turbio en Roma hizo que trece de sus cardenales decidieran retirar su apoyo al Papa y redactar una declaración en la que reconocían que el voto era nulo por derecho.Y como los franceses se negaron a reconocer desde un primer momento al Papa romano, pues también se reunieronpara elegir al Pontífice que ellos consideraban verdadero.Fue nombrado Clemente VII con la gran mayoría de votos.Llegados a este momento, la Iglesia tenía dos Papas. El Cisma ya había comenzado…Clemente VII, el Papa francés, fue apoyado por Francia, Escocia, Saboya, Nápoles y Portugal. Además, gracias a Pedro de Luna, los reinos de Castilla, Aragón y Navarra también le ofrecieron su protección.Por su parte, el Papa italiano, Urbano VI, recibió el apoyo de Inglaterra, Dinamarca, norte de Alemania, Suecia, Hungría, Noruega e Italia (excepto Nápoles).Ante la imagen que la Iglesia estaba dando muchos teólogos se reunieron en París para intentar buscar soluciones.Este problema de los dos Papas podía solucionarse de tres formasdiferentes reconocidas por la Iglesia: la primera se llamaba via cessionis y consistía en que los dos Papas debían renunciar; la segunda se denominaba via compromissi, establecía que ambos, junto a sus partidarios se debían reunir para buscar una solución y la tercera era la via conclilii que proponía celebrar un nuevo Concilio para deponer a ambos Papas. Algunos pensaron que con la muerte de Urbano VI en Roma se acababa el conflicto. Pero nada más lejos de la realidad, esto lo agravó. Los italianos volvieron a escogera otro Papa, Bonifacio IX. Nada más entrar en su pontificado, se atrevió a excomulgar a Clemente VII. El Papa francés hizo lo mismo y excomulgó a Bonifacio IX. Un toma y daca del cual no se vislumbraba el final.Por su parte, Pedro de Luna seguía trabajando a favor de una solución ante el Cismamediante la via cessionis. Pero esta lucha por considerar que era la única solución y lo más justo le distanciódel Papa Clemente VII que no entendió este afán y lo consideró como falta de apoyo a su persona.Así que, el Papa francés mandó a Pedro de Luna a Reus para mantenerlo lejos. Poco duró este distanciamiento con Franciaya que, al morir Clemente VII, Pedro de Luna fue llamado de nuevo a Aviñón.
El 22 de septiembre de 1.394, 21 cardenales se reunían para elegir nuevo Papa a través de voto secreto. Fue elegido por veinte votos, Pedro de Luna que se convertiría en el Papa Benedicto XIII.Dicen que el voto que faltó por apoyarle fue el suyo propio.Con un carácter muy marcado, Benedicto XIII no se dejó influenciar por el poder francés, lo que provocó el enfado de Francia y la retirada de su apoyo. Incluso le instó a que renunciara al papado.Ante la negativa del Papa Lunade abdicar, Francia, Inglaterra y Castilla pidieron de nuevo la via cessionis para que renunciaran los dos Papas. La negativa del Papa Luna produjo una etapa de guerras y enfrentamientos donde la fortaleza de Aviñónestuvo asediada durante cuatro años. Benedicto XIII de alguna forma, estuvo aquí preso.Sin embargo, por su carácter, estrategia e inteligencia, tanto Franciacomo Castilla volvieron a apoyar su causa.En Roma, el Papa BonifacioIX murió. Le sucedió otro Papa, Inocencio VII que estuvo dos años en el Pontificado. Con la muerte de este último, Roma elegiría al último Papa del Cisma de Occidente, Gregorio XII.A principios del año 1.409, la Universidad de París, optó por terminar de una vez por todas con este conflicto reuniendo a reyes, obispos y cardenales en la ciudad de Pisa.Sorprendentemente, Benedicto XIII, optó por renunciar a su cargo y escribió una declaración que quería hacer llegar con sus representantes.Pero el rey de Francia, consciente de lo que hacía, retrasó los visados para que no llegaran a tiempo a Pisa.Allí, y ante la ausencia de ambos Papas, se les retiró el Pontificado a ambos… ¡Y eligieron un nuevo Papa!La Iglesia tenía tres Papas…Y hay que añadir que esta última elección también fue muy dudosa ya que ni los propios votantes estaban convencidos del nuevo nombramiento: Alejandro V.Como era de imaginar ninguno de los otros dos Papas acataron las órdenes.Con la muerte del Papa Alejandro Vllegaría Juan XVIII. Un hombre belicoso que enseguida invadió Roma con sus tropas.Mientras, Francia también combatía en otra guerra.El Papa Luna, cansado de este caos y apoyado por los reinos de Castilla, Aragón y Navarra, decidió regresar a España y establecer la Sede Papal en el castillo templario de Peñíscola.
El Papa Luna fue un hombre incansable y aunque ya era muy mayor a su llegada a Peñíscola aún tuvo la fuerza de reformar el castillo y alguna de sus estancias.Hombre muy culto, logró reunir en su biblioteca dos mil manuscritos, creando una colección que se convertiría en la más importante del mundo.Incluso desde Peñíscola, el Papa Luna fue pieza principal en la elección del Fernando I de Aragón. Una maniobra que le permitió tener el apoyo de toda la península.Y a raíz de su devenir por esta vida tan difícil que tuvo surgieron numerosas leyendas alrededor de su figura. Incluso muerto, siguieron creándose leyendasque inmortalizaron a esta persona que fue llamada por muchos el antipapa.Cuenta la leyenda que cuando el Papa Luna decidió regresar a España, lo hizo por mar. A mitad de travesía se desató una tormenta que hacía presagiar lo peor. El navío iba de un lado a otro violentamente luchando contra el mar enfurecido. La tripulación pensaba que era un castigo de Dios.El Papa Luna pensó que únicamente le faltaba tentar abiertamente a la Providencia. Fueron todos sus acompañantes los que contaron lo que allí sucedió.El Papa Luna, en medio de aquella tempestad, se dirigió a proa y allí, manteniendo el equilibrio gritó mirando al cielo:-Decidme ¿soy yo Benedicto XIII? Pero hubo una respuesta que aterrorizó a todos. Un gran trueno y relámpago les paralizó.Pero el Papa Luna no se rindió. Y empapada su ropa y con el cabello completamente mojado irguió su barbilla y con una mirada dura y altiva volvió a mirar al cielo.-¡Hunde el barco, Dios todopoderoso, si alguna vez te he fallado en algo o demuestra mi inocencia calmando el mar!Y para mayor asombro de toda la tripulación, la lluvia cesó, el viento huracanado se convirtió en una suave brisa y el mar embravecido se transformó en aguas tranquilas.-¡Proa a Peñíscola!-gritó el Papa Luna. Los tripulantes ya nunca dudaron que él era el único Papa reconocido por Dios.Benedicto XIIIllegaba a Peñíscola en el año 1.417. A partir de aquel momento siguió trabajando por que fuera reconocido por Roma como único Papa.
Pero con el transcurrir del tiempo, algunos personajes comenzaron a retirarle su apoyo.Cuenta la leyenda que San Vicente Ferrer profetizó que alguien algún día jugaría con su cabeza como si fuera una pelota de fútbol…Dicen que en su obsesión por viajar a Roma para obtener apoyos una noche de dedicó a excavar en la roca, fuera de la fortaleza, una escalera que le bajaba al mar para poder subir a su barco.
Y sumergido en esta labor perdió el anillo papal que cayó al mar y nunca fue encontrado.Y aunque parecía muy solo siempre tuvo muchas personas que le ayudaron y que hubieran dado la vida por él. Cuenta la leyenda que en Florencia estaba encerrada una mujer acusada de brujería. Una noche tuvo un sueño en el que veía que envenenaban al Papa Luna.Aprovechando que un grupo de soldados partían hacia Aragón, hizo todo lo posible para entrevistarse con ellos y contarles su presentimiento.-Debéis avisad a Benedicto XIII. Le quieren envenenar con arsénico. Además, será su más fiel amigo que le dará un “citronet” espolvoreado con el veneno.Y fuera casualidad o no, Pedro de Luna comió su dulce favorito. Sus médicos particulares enseguida reconocieron los síntomasde un envenenamiento. Provocaron los vómitos de Benedicto XIII y después le dieron una tisana que era una fórmula medicinal de un médico judío.A pesar de pasar días con dolores insufribles y entre la vida y la muerte, dicen que estas hierbas hicieron que se recuperara sin ninguna explicación.Esta fórmula magistral es la llamada Tisana del Papa Luna que todavía se sigue ofreciendo en Peñíscola.
Los envenenadores fueron descubiertos y ejecutados en la playa de Peñíscola.Otra de las leyendas que gran alrededor del Papa Luna es la del Códice Imperial de Constantino. Se cuenta que lo tuvo Benedicto XIII. Pero una vez muerto, muchos rebuscaron por el castillo de Peñíscola y nadie lo pudo encontrar.Después de fallecer a los 94 años de edad, el antipapa también dejó varias leyendas.
Cuentan que cuando exhumaron sus restos para trasladarlos a su casa natal en Illueca se extendió una fragancia muy peculiar que pudo olerse en toda la ciudad.Un siglo más tarde de reposar sus restos en Illueca las tropas francesas invadían la ciudad. Después de revisar todo el castillo sin encontrar nada de valor, profanaron su tumba. Decidieron echar los restos del Papa Luna al río Iruela. Aunque antes dejaron que unos niños jugaran a la pelota con su cráneo…Unos campesinos, rio abajo, vieron flotar el cráneo que reconocieron y lo rescataron para devolverlo a la familia Luna.
Justo o pecador, pero universal, aunque le usurparan su nombre, la historia de su vida y sus leyendas siempre siguen vivas entre los muros del castillo de Peñíscola.